César Vidal

Robolución (I)

La Razón
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Los terribles acontecimientos de Venezuela ocupan un espacio más que justificado en los medios. Con todo, en no pocas ocasiones, el sesgo informativo es de tal calado que se pasan por alto factores de más que notable importancia. No deja de ser una circunstancia llamativa porque, sin considerarlos, difícilmente se puede diagnosticar de manera correcta dónde está y hacia dónde puede ir Venezuela. La primera cuestión es el reparto de responsabilidades. Cualquiera que no conozca la Historia reciente de la nación hispanoamericana diría que era una paradisiaca balsa de aceite hasta que llegó Hugo Chávez –presuntamente con ayuda de Fidel Castro– y se hizo con el cotarro. La realidad es muy diferente. En primer lugar, en Venezuela más del 50% de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza y la causa fundamental era la inmensa corrupción y latrocinio protagonizados por los partidos clásicos a la derecha y a la izquierda. Si Chávez llegó al poder es porque lo votaron mayoritariamente millones de venezolanos hartos de la inmundicia de décadas. De hecho, el gran mérito del difunto gorila rojo fue captar el potencial derivado de la hartura ante un sistema más que erosionado. Que se pase por alto ese aspecto y que, por añadidura, los partidos que abrieron con su conducta el camino a Chávez pretendan marcar la transición a la democracia provoca no escasa perplejidad en el observador informado. Quizá en estos años han experimentado una profunda catarsis moral, pero, sinceramente, cuesta creerlo y basta examinar lo que han dicho sus dirigentes hace cuatro días para sentir una inquietud casi asfixiante. Desearía poder decir que esa oposición a la que se incensa comprensiblemente es un modelo de políticos honrados, contrarios a pactar con el chavismo y preocupados, sobre todo, por los problemas reales de los venezolanos. Sin embargo, el deseo de ser presidente, la ocultación de los problemas tras la consigna de derribar a Maduro, la búsqueda de pactos que les permitan apoderarse de cuotas de poder local parece que preocupan a muchos dirigentes de la oposición más que una evaluación realista de la pavorosa situación que padece Venezuela o del trazado de un plan de futuro inteligente. No puedo evitar sentir que más que acabar con el mal, muchos pretenden prolongar la robolución que existía antes de Chávez. Con todo, Maduro puede y debe caer, pero de eso hablaré el próximo día.