Iñaki Zaragüeta

Sánchez en 3D

La Razón
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El reiterativo secretario general del PSOE ha vuelto a demostrar su capacidad para decidir tres cosas diferentes sobre un mismo asunto de Estado. En su primera hégira, recuerdo, declaró sobre la presencia de nuestras tropas en Oriente en una misma frase: «España debe retirar las tropas, debe estar presente en misión humanitaria, debe cumplir sus compromisos internacionales». La declaración estaba un poco más adornada, pero la esencia era esa.

Ahora Sánchez ha vuelto exhibir su faceta tridimensional, con la posición de su partido respecto a la votación sobre el Tratado de Libre Comercio de la Unión Europea con Canadá (CETA). En su anterior etapa como secretario general, se mostraba favorable cuando ya se elaboraba el tratado. El miércoles y primera parte del día jueves publicó a través de su presidenta, Cristina Narbona la intención de un voto negativo. Y finalmente, tras la entrevista con el comisario europeo Pierre Moscovici, del que comentan ser «de armas tomar», trasladó la abstención compostura final socialista. Conclusión, coincido con mi amigo Rogelio: la batalla actual de Sánchez no se centra en los intereses generales de España, sino en su obsesión por competir en la bolsa de votos de Podemos. La realidad en forma de probable «filípica» de Moscovici le movió hacia la peor posición de quien pretende ser un político de Estado: la abstención. No seré yo quien dicte su imposibilidad de llegar a La Moncloa, menos tras la experiencia de Zapatero, pero pienso que Sánchez no ha elegido el mejor camino. Así es la vida.