Pactos

Se barruntan las urnas

La Razón
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Un conocido personaje público, con fama de discreto y fiable, embajador de España, con altas conexiones políticas, me dice: «Va a haber elecciones adelantadas; es seguro, dalo por hecho». Lo asegura con tal convicción que uno no tiene más remedio que tomar nota por si acaso. Le muestro mis dudas, pero él insiste, me revela algunos de sus últimos contactos de altura. «La consigna de Moncloa es negarlo todo por ahora, es natural; pero hazme caso». Y llego a pensar que acaso esta vez la especulación tenga fundamento. Razones para el adelanto sobran: el Gobierno está maniatado, C,s, el socio principal, en vez de ayudar, acosa cada vez más, se reúne con Podemos, busca una mayoría alternativa para que Rajoy no siga, limitando sus mandatos, se une activamente a la «causa general» abierta contra el PP por los casos de corrupción, etcétera. A Rivera nunca le ha gustado Rajoy. Para éste resulta un socio incómodo y poco fiable, casi un incordio. Rivera está a la que salte. Además los presupuestos siguen en el aire. La situación de Cataluña exige un Gobierno sólido. Esperar a la reorganización del PSOE, con el posible triunfo, por disparatado que parezca, de Pedro Sánchez, se considera una temeridad. ¿Cuánto tardarían en presentar, los tres de la fama, una moción de censura? Más vale prevenir que curar. Además Rajoy está envalentonado después del espaldarazo europeo en Versalles. Las encuestas no pintan mal. Podemos tiene problemas y al PSOE las urnas lo pillarían con el pie cambiado. El argumento poderoso para el adelanto es obvio: ¡No dejan gobernar, así no se puede seguir!

En Cataluña también huele el aire a urnas, además de a chamusquina. Todas las mentes lúcidas, incluidas no pocas nacionalistas, dan por hecho que no habrá referendum ni a final del verano ni en otoño, como asegura el pobre y efímero Puigdemont. La vieja Convergencia pujolista está para el arrastre, sobre todo por lo del «3 por ciento», y descabezada. La descalificación oficial de Artur Mas, demasiado bondadosa, no sirve más que para aumentar el desconcierto. Esquerra de la mano de Oriol Junqueras tiene la sartén por el mango, y se dispone a quedarse con el santo y la limosna. No podía soñar con una ocasión más ventajosa. Es natural que sea el interlocutor de Sáenz de Santamaría. ¿Quién si no? Aquí la apuesta es menos arriesgada: elecciones en otoño. Y lo mismo habría que pensar de Andalucía si al final se impone Susana Díaz al frente del PSOE. No sería razonable compatibilizar la Presidencia andaluza y la Secretaría General del partido y menos en tiempos tan borrascosos. Los de Cs ya han dicho que volverán a negociar la investidura con el sucesor de Susana antes de dar el sí. Otro lío. Además pretenderán entrar en el Gobierno. Así que no sólo en España y en Cataluña, también en Sevilla, además de a azahar, el aire empieza a oler a urnas.