¡Será por pedir!

Y, además, «dos huevos duros». Esta famosa frase de Groucho Marx es la que recordé al leer en LA RAZÓN lo que harán algunos partidos y organizaciones catalanas en los primeros 18 meses si ganan las elecciones los claramente independentistas: «el Parlament deberá impulsar una declaración soberanista, redactar un proyecto de texto constitucional en un máximo de diez meses, crear y poner en marcha las estructuras de Estado necesarias, abrir negociaciones con el Gobierno de España y la comunidad internacional, celebrar un referéndum sobre la nueva Constitución y convocar de nuevo elecciones».

Que esto lo firme el partido del presidente de todos los catalanes, Artur Mas, significa que su estado se encuentra bastante maltrecho. Aunque tampoco debería extrañarnos demasiado si de verdad la cara es el espejo del alma. No hay más que ver el gesto que muestra desde hace un tiempo, para darse cuenta de que está sobrepasado por proa, popa, babor y estribor. Tanto es así, que ha decidido obviar sus responsabilidades de gobierno para añorar un imposible. Macià se le queda pequeño.

Ya sólo les falta, ¡será por pedir!, concretar los objetivos de los meses posteriores a esos 18 referidos: la formación de los Países Catalanes, compuestos por la propia Cataluña, el Rosellón y la Cerdeña franceses (Cataluña Norte), Aragón Oriental (franja de Poniente), la Comunidad Valenciana, Islas Baleares, la comarca murciana de El Carche, la ciudad sarda de Alguer (Italia). En ese Estado confederado catalán también quedaría incluido el Principado de Andorra.

Ante tan razonable proyecto, acongojados están Hollande, Valls –con ellos los franceses–, Matarella, Renzi –con ellos los italianos–, Fabra, Puig, –con ellos los valencianos– Rudi, Belloch –con ellos los aragoneses–, los murcianos y los andorranos. Así es la vida.