Reyes Monforte

Shorts violadores

La Razón
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Cualquier revolución que aspire a cambiar las cosas tiene que venir de dentro, aunque la mecha se prenda desde fuera. O viene por esa vía, o no vendrá. Sólo hay que ver la airada reacción de una mujer musulmana vestida con una indumentaria similar al burka, ante una mujer universitaria que vestía shorts saliendo de una biblioteca de Mallorca. «Si una mujer va en pantalón corto es porque quiere que la violen». Su grito tiene el mismo peso argumental que decirle a ella que si va tapada de los pies a la cabeza es porque quiere que la entierren en vida.

No conforme con eso, le hizo saber su disconformidad con que la joven y su grupo de compañeras asistieran a un curso y tuvieran acceso a la educación. Quizá de ahí venga todo. La falta de cultura real algunos insisten en taparla con el velo de la tradición, la costumbre o una adulterada religión. A gritos, les instó a cubrirse la cabeza y a no usar shorts porque eran mujeres y parían (¿?), y para completar la lógica aplastante de su exposición vociferante, les dejó claro que «España es de los Emiratos y que todo es de los moros, hasta las braguitas de ir a trabajar». Y después de eso, soltó otra perorata sobre el islam en España, España en el Islam y que Alá es grande. No sé si es grande, pero desde luego es un bendito por tener que soportar semejante tropa de supuestos afines.

Escribió el dramaturgo vienes Franz Grillparzer que «las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo», y eso es lo más triste de todo este episodio y de otros muchos que suceden, que esta mujer musulmana creerá que habla por sí misma, que lo que sale por su boca ha pasado antes por su cerebro, sin ser consciente de no ser más que el eco de una voz masculina que habita en su casa, y lo que es peor, en su cuerpo.Y lo llamará libertad de pensamiento. Esa es la diferencia entre cultura y tradición impuesta: la primera da alas, la segunda las corta.