Alfonso Ussía

Sir Nils Olav

La Razón
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Me aburren los tópicos, pero hoy principio con uno de los más comunes. La realidad supera a la ficción. Se trata, probablemente, de la noticia más refrescante del verano. Sir Nils Olav, miembro de la Guardia Real noruega, después de desempeñar el empleo y dignidad de sargento del Regimiento Real desde 1987, ha ascendido en 2016 a brigadier. El brigadier Sir Nils Olav celebró su ascenso cenando un suculento bacalao.

El brigadier Sir Nils Olav es un pingüino.

En España tenemos el carnero de la Legión, que no es cabra como apuntan los ignorantes. Previamente, los legionarios han desfilado con un jabalí abriendo la formación. Me gusta más el jabalí que el carnero, por aquello del encaje del valor y el coraje en el glorioso uniforme del Tercio. Soy Soldado de Honor de la BRILAT establecida en Pontevedra, y allí el General Cebrián, paracaidista, me impuso la boina ante un magnífico azor que pasa revista a las tropas en un vuelo solemne y rasante. Cuando el emperador Bokassa I de Centroáfrica visitó a su colega de Uganda Idi Amin, advirtió que al lado del gorila ugandés, dos oficiales de su guardia mantenían sentados a sus pies sendos guepardos. El Emperador de Etiopía, Hallie Selassie, gustaba de la misma exhibición. Pero Bokassa, que era más animal que Amín aunque parezca imposible, ordenó la captura de cuatro leopardos para su Guardia Imperial. A la extravagante coronación del nuevo emperador, el Gobierno de Adolfo Suárez envió como representante de España al diplomático Alberto Aza Arias, que por fortuna volvió a la Patria sano y salvo, y al cabo de los años fue embajador de España en Londres y Jefe de la Casa del Rey. Los leopardos no son tan dóciles como los guepardos, y los soldados del Emperador se negaron a llevarlos atados con correas. De los cuatro primeros soldados, tres fueron devorados por los felinos, y se cuenta que el Emperador Bokassa I ofreció un ascenso a quienes se presentaran voluntarios para cubrir las plazas de los ingeridos. No se cubrieron las plazas. Indignado Su Majestad Imperial le ordenó a un soldado que se hiciera cargo de uno de los tres leopardos asesinos, y el soldado le respondió: –Ngomo balumba omomba batú–, que en su dialecto significa «que se ocupe del leopardo tu puta madre». A Dios gracias, cayó el Imperio y los leopardos fueron devueltos a sus bosques húmedos. Del soldado nunca más se supo.

Noruega es una nación próspera y buenista. A los noruegos les surgen los petrodólares de las orejas. Son los encargados, además, por acuerdo establecido con la Corona de Suecia, de conceder el Premio Nobel de la Paz, que han obtenido, entre otros, un terrorista palestino y un argentino amigo de la ETA. Pero también tiene Noruega sus atractivos. Los fiordos, el aburridísimo placer de lo políticamente correcto, un alto y gélido nivel de vida, y un pingüino brigadier. Los noruegos se han ganado mi simpatía. Por su aspecto, es pingüino más ártico que antártico, y pasa revista a la Guardia Real con un donaire, un empaque y una gallardía que ya quisiera para sí el Príncipe Alberto de Mónaco. Su carrera militar es mejorable, pero teniendo en cuenta que se trata de un pingüino, más que meritoria. El Coronel Jefe de la Guardia Real noruega ha creído conveniente imponerle los galones de brigadier veintinueve años después de su ascenso a la suboficialidad. Según su cuidador, el sargento Jan Jörgensen, no ha conocido un pingüino más desenvuelto, inteligente y ágil que Sir Nils Olav. Viven muchos años los pingüinos, y nada me extrañaría que el brigadier Nils Olav sobreviviera a todos los componentes actuales de la Guardia Real del rico país escandinavo. Eso sí, no pasa por un descuido en su alimentación. Desayuna arenque, de aperitivo se zampa el contenido de una latita de aceitunas con anchoa y cena bacalao. Un tostón de dieta, pero insisto en la condición de pingüino del arrojado brigadier.

Al fin, una noticia real que resulta emocionante y constructiva, aunque no cuente el pingüino con la simpatía de PACMA y de Podemos por su condición de militar.