Fútbol

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Souvenirs

La Razón
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La vajilla, la cubertería, la mantelería, las viandas, el local, el balón y el sufrimiento habitual e interminable. Si esto es salud, viva la tuberculosis. Todo lo dispuso el Atlético para recibir al Barcelona, al que sigue sin ganar en Liga con Simeone
–tampoco Valverde al Cholo–, con unos prolegómenos que no recordaron episodios nacionales. En el Metropolitano prevalece el fútbol, sui géneris en el bando rojiblanco, sobre casi todo lo demás, en lo que se incluye pitar a Piqué con entusiasmo decadente según avanza el partido, dominado siempre por el controvertido líder de LaLiga, que mantiene la distancia con el rival. Y la distancia es lógica: 6 puntos, por lo menos.

Al Atlético le duele la pelota con equipos como el Barça. Se repliega, renuncia a ella y cuando se estira difícilmente acierta con la combinación. Desespera en su persistencia de considerar el esférico como un souvenir del Wanda para recuerdo del visitante. No obstante, después de acciones esporádicas y de dos paradones de Ter Stegen a Griezmann fue Saúl, divino tesoro, quien con un derechazo magistral le batió. Y a recular... Ante Messi, que tiró una falta al palo, frente a Luis Suárez –que empató–. Riesgos excesivos e incontrolables. De ahí el 1-1, balada del cántaro y la fuente.

Sin salir de la Comunidad de Madrid, al sur de la capital, el campeón de Europa tardó 85 minutos en doblegar al Getafe. En el centenario de Zidane, que rota empecinado y no cambia de ruta, la ceremonia de soplar las velas por los cien partidos estaba en trance de convertirse en funeral. Otros dos puntos menos frente a un rival menor que le complicaba la existencia con más fe y disciplina que posibilidades. Pero, como reza el refrán, más vale llegar a tiempo que rondar un año, y en éstas Cristiano vio la luz. Iba por el cuarto encuentro liguero y no hallaba el modo de meter un gol. Lo hizo Benzema, también Jorge Molina; pero él no podía. De tres ocasiones dispuso antes de atinar. Hubiese sido un pecado no rematar el fantástico pase de Isco, el desequilibrador, el mejor de los souvenirs.