Irene Villa

Tan simple como respetar

La Razón
La RazónLa Razón

El vídeo del niño estadounidense llorando porque no entiende que se metan en el colegio con él y con otros niños por ser diferentes, era lo que necesitábamos para señalar y avergonzar por fin a todos esos que agreden física o verbalmente sin piedad y sin ser escarmentados. El testimonio de Keaton Jones, convertido ya en todo un símbolo contra el acoso escolar, que han visto millones y millones de personas por la red, ha movilizado a la comunidad internacional a combatir esa silente violencia que condiciona la vida de millones de niños vulnerables e indefensos. Algunos acabaron incluso suicidándose. Ha sido fundamental que artistas referentes para jóvenes a nivel mundial como Katy Perry, Justin Bieber o Demi Lovato se hayan solidarizado con Keaton mostrando su apoyo, incluso sus ganas de conocerle y de hablar con él. Han lanzado mensajes tan necesarios como que hay que ser amable unos con otros, que debemos aceptarnos y convivir. Algo tan simple como respetar. Nunca entendí ni entenderé que haya gente que encuentre satisfacción humillando a otra persona. Jamás un niño debería sufrir ningún tipo de acoso ni sufrimiento y mucho menos generado por otro igual, ya que los padres, todos, tienen que enseñar a sus hijos respeto y empatía hacia sus semejantes. Es lo mínimo requerido para todo el que venga a compartir el planeta. Antes de exigir a nuestros hijos que aprendan, que aprueben los exámenes, que vayan superando los cursos, que tengan un buen expediente académico, hay que enseñarles lo que es la sociabilidad, la convivencia, el amor hacia el prójimo, el compañerismo, la armonía y la concordia con todos los que vamos a tener que relacionamos a lo largo de nuestra vida, porque eso va a ser la clave de una vida exitosa. De lo contrario crearemos seres humanos antisociales, perdidos, sin un horizonte halagüeño. El acoso y la intimidación denotan escasa inteligencia incluso la impotencia intelectual. Eduquemos a nuestros hijos en el respeto. Es simple y francamente sano, beneficioso y productivo. Es lo mínimo que el mundo necesita.