Literatura

Literatura

Teatro y escuela

La Razón
La RazónLa Razón

El teatro, el arte más social de todas las artes, debería ser una asignatura en los colegios. Porque el teatro pone en ejercicio tres tareas para forjar mejores personas: la empatía, el juego y la colaboración. Parece mentira, pero algunos seres humanos, y no sólo los psicópatas, carecen del desarrollo de la empatía. No sienten el empeño de comprender las emociones de los otros. Esta carencia nace de vivir en entornos que no incitan a ello. Sociedades de plástico y ruido que nos anulan los sentidos. Triste. Porque la falta de empatía lleva siempre a la irritación y, en consecuencia, a la violencia. Una de las funciones del teatro es poner un espejo ante la sociedad. Eso se realiza a través de personajes interpretados por seres con especial talento y formación en la empatía. Es decir, en lograr ser orgánicamente otro que no son. El desarrollo de esta virtud es primordial en la escena. Porque no podemos entrar en ser ajeno sin comprenderlo, sentirlo y amarlo. Los actores defienden a su personaje, sea como sea su condición. Si a los niños se les enseñara desde el juego, que es interpretación, a percibir las emociones de otros, serían muy capaces también de sentir compasión. La compasión que comporta, además de empatía, el deseo de ayudar. No sólo te comprendo, sino que quiero ampararte. En el teatro nada ocurre si no es con la suma de todas las fuerzas. Nada bueno. Por eso la colaboración es primordial. ¿Se imaginan una educación basada en la empatía y la solidaridad? El mundo cambiaría, sin duda. Pero los gobiernos son ciegos a lo esencial.