Terrorismo

Terrorismos y recetas

La Razón
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Semana Santa es igual a procesiones multitudinarias y, tal y como esta el patio, a calles cerradas a los camiones. Ha hecho bien la alcaldesa Carmena en prohibir que circulen estos días por el centro abarrotadísimo de Madrid. Toda precaución me parece escasa frente a los terroristas/soldados de DAESH, tan interesados últimamente en atropellar los corazones de las capitales europeas. Cómo no tenerles miedo después de las pesadillas colectivas de Niza, Berlín, Londres o Estocolmo. Diferente sería que el humano temor nos agarrotara por completo, nos robara la libertad cotidiana y nos llevara a cerrar todos los días nuestras arterias al tráfico.

Seamos positivos: a día de hoy, en España es muchísimo más probable morir en un accidente de tráfico que en un ataque terrorista de estos malos o de otros. Somos referencia en la lucha antiyihadista mientras, en paralelo, vemos cómo la ETA pistolera merma sin remedio, le quedan apenas varios capítulos de vida macabra. No te niego que sus herederos ocupan puestos políticos, pero ya no matarán. Nuestros efectivos han hecho doctorados de tiros en la nuca, de coches bomba, de vagones que saltan por los aires. Saben latín porque la letra con sangre les entró. Así que cuando Arnaldo Otegi pone condiciones para la paz y, entre esas premisas, exige que la Guardia Civil, el Ejército y la Policía se marchen de Euskadi, me entra la risa floja. ¡No ha entendido nada, oiga! Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. En vez de querer echarles, el líder de Sortu debería por fin acogerles y respetarles. En vez de «tejer complicidades» con argumentos huecos, el líder de Sortu podría ayudar a que se esclarezcan los 325 asesinatos no resueltos de ETA. En vez de reclamar el acercamiento de presos, urge que él y toda la izquierda abertzale pidan antes perdón a las víctimas del terrorismo etarra. Eso, respecto a la banda.

A los suicidas de DAESH –en especial a los europeos– habrá que comprenderles el alma. Nos quedamos cortos controlando sus movimientos en la calle y en las redes sociales. Habrá que indagar en las grietas de su educación, en el porqué de su odio. ¿Qué nos sucede para que cada vez más jóvenes se radicalicen? Derrotada ETA, nos queda descifrar este terrorismo global y complejo, con epicentro en las castigadas Siria e Irak. Enorme desafío comunitario, por encima del Brexit y los populismos.