Historia

Sevilla

Trajano como si nada

La Razón
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Cuando cierta vez le preguntaron al Beni de Cádiz qué tiempo le habría gustado vivir de no haberlo hecho en el siglo XX, el artista se desperezó, abrió los ojos como platos y respondió después de respirar hondo: «Yo querría haber vivido en la época romana, ir ataviado con túnicas, comer uvas en un triclinio mientras me hubieran rascado la espalda». El del Beni no fue más que el testimonio del tópico de la Roma más exuberante, el de la mezcla idealizada del influjo de Baco, Cupido y del resto de perdiciones mundanas. De aquella sociedad a ratos luminosa y a ratos crepuscular, pero casi siempre voluptuosa, han dado suficiente muestra el cine y el novelón, ésos que tanto rastro marcaron al Beni de Cádiz, aunque poco se ha enseñado sobre la compleja realidad de la primera civilización con estructuras sofisticadas. Uno de los gobernantes que con más decoro señorearon en Roma, el emperador Trajano, murió hace justo diecinueve siglos en Selino, actual Turquía. Pero ni en Sevilla ha tenido eco el aniversario de la muerte del emperador, quien había nacido en Itálica 59 años atrás. Naturalmente, nada tendrá que ver que los herederos de aquella pantanosa y portuaria Hispalis miren aún con rencor social a los hijos de la límpida y patricia Itálica, no, es sólo el olvido de los 1.900 años transcurridos prácticamente en vano. Trajano ha pasado a la historia por bravo guerrero y bondadoso filántropo, por haber extendido las fronteras del imperio a sus más extensos confines y por crear fondos sociales para huérfanos y niños abandonados. Trajano, el primer emperador de origen hispánico, ha pasado a la historia, pero como si nada.