César Vidal

Trump anno primo (I)

La Razón
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Se ha cumplido el primer año de la victoria electoral de Donald Trump y no da la sensación de que los medios estén especialmente entusiasmados con la conmemoración del aniversario. En no escasa medida, resulta lógico porque algunos de los logros de estos meses han sido extraordinarios y no agrada hablar bien de aquel al que se ha presentado como epítome de todas las maldades habidas y por haber. Desde luego, si en algo puede darse por seguro que ha ido bien la gestión de Trump es en el terreno económico. El día siguiente a su elección, el Dow Jones creció un 1,4% alcanzando los 18.640 puntos. Apenas un año después, los puntos ya eran 23.500. No sólo eso. En este mismo primer año, la bolsa norteamericana se ha anotado setenta y seis máximos históricos. Con Trump, el Dow Jones ha disfrutado el cuarto año con más máximos de la Historia... siempre que no siga encadenándolos en lo que queda de 2017 y se convierta en el primero. Con todo, la circunstancia más notable en el terreno económico de este primer año es el empleo. Desde el verano, el aumento de empleo anda rozando los doscientos mil nuevos puestos de trabajo al mes, cifra verdaderamente espectacular. Ese crecimiento del empleo ha llevado a Estados Unidos a situarse en el nivel de paro más bajo de los últimos dieciséis años aunque –justo es señalarlo– la cifra peor se alcanzó en 2009 con un diez por ciento de desempleados, la misma cifra que España logró en la época de Aznar y que consideramos óptima. La realidad es que para trabajadores e inversionistas –en Estados Unidos lo son millones de personas de clase media– la presidencia de Trump difícilmente hubiera podido dar mejores frutos en su primer año. Todo ha sucedido además antes de que se aprobara la rebaja de impuestos que no es exactamente la que habría deseado Trump, pero que no está mal. Baste decir que los ingresos que en España permiten a Montoro llevarse casi el sesenta por cien, en Estados Unidos no llegan a ser gravados siquiera con el cuarenta. No todas las áreas de su gestión –lamentablemente– están teniendo el mismo éxito, pero no cabe engañarse. En España, nos volveríamos locos de júbilo desatado si nuestra tasa de desempleo y nuestros impuestos se acercaran a los de Estados Unidos bajo Trump.