Iñaki Zaragüeta

Un año sin Rita Barberá

La Razón
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La injusticia siempre es mala y nunca tiene razón de ser. Viene a mi mente esta reflexión al cumplirse un año de la muerte de Rita Barberá. Y me viene porque fue tratada injustamente en vida y también lo ha sido tras desaparecer. Por sus enemigos políticos y creo que, asimismo, por quienes se proclamaron sus amigos durante decenios.

Rita alcanzó a nivel personal hasta la adoración por parte de una gran mayoría no sólo en Valencia sino en el resto de España. Un prestigio que se trasladó al terreno político hasta ser conocida como la «alcaldesa de España». Idolatrada en el Partido Popular casi hasta el final de sus días. Por su gestión y por todo el caudal electoral aportado a sus siglas desde que venciera en 1991. Sin embargo, se ha visto injustamente relegada casi al olvido.

Coincido con mi amigo Rogelio en que el PP, lejos de sentirse avergonzado, debería vanagloriarse de haberla tenido en sus filas. Lo mismo que los valencianos. Ella contribuyó destacadamente a catapultar la imagen de la capital del Turia hasta el último rincón del mundo, crédito que no ha desaparecido como lo demuestran los millones de visitantes en continuo crecimiento que seguimos recibiendo.

A un año de su marcha, recuerdo con pesar cómo fue denostada hasta la crueldad sin razón objetiva. Su activo a todos los niveles es inmensamente superior a lo que pudiera presentar de pasivo. Su figura adquiere rasgos de irrepetible. Y conviene recordar que murió sin siquiera estar imputada. A falta de otros, vaya en estas líneas mi homenaje personal y, conmigo, el de una pléyade de ciudadanos. Así es la vida.