Alfonso Ussía

Un poquitín

La Razón
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Le pregunta Puigdemont a Rajoy si tiene previsto usar de la fuerza para impedir el golpe de Estado en Cataluña. Allí, al golpe de Estado le dicen refrendo o consulta. Lo correcto sería responderle con sinceridad. «En el peor de los casos usaríamos un poquitín de fuerza, así que no os preocupéis».

El catalán, y no es crítica ni desprecio, no es aventurero ni soldado. Sí los castellanos, andaluces, vascos, navarros y extremeños. De los vascos escribió don Miguel de Unamuno: «Hemos ido los vascos a todas las guerras en las que había que defender a España. Fuimos, no nos llevaron. Fuimos como vascos y como españoles». En una gran nación, y España lo es, tiene que haber de todo. La heroica, la épica y la milicia no son catalanas. Cataluña ha aportado a España la inteligencia comercial, la mercadería y el trabajo, que es mucho. Castilla es mística y guerrera; Andalucía y Extremadura, Roma y Cataluña, fenicia. Los vascos, astures, cántabros y gallegos han sido grandes navegantes, como los andaluces y valencianos. Como los portugueses. Cataluña ha preferido el trabajo y la creación de industria a la épica. Cuando eran reclamados sus jóvenes para cumplir con sus obligaciones de defender a España, pagaban a otros para sustituirlos y que sus jóvenes restaran en Cataluña. Los extremeños que no conocían la mar, navegaron por ella para descubrir el Nuevo Mundo. La gran riqueza de España es su diversidad. En 1714, en la monárquica y española guerra de Sucesión, los catalanes defendieron al Archiduque Carlos. No sólo los catalanes. Combatieron con las tropas del Archiduque españoles de todas las regiones, del mismo modo que hubo catalanes en las fuerzas de Felipe V. Perdió el Archiduque y venció Felipe V, y todavía recurren a eso para sus reclamaciones. Salvo excepciones, Cataluña siempre ha triunfado con la inteligencia del mercado. Pero ante la amenaza de las armas, siempre entregó las suyas.

El mundo ha cambiado. España es un Estado moderno y libre. El Estado es siempre poderoso, y cuenta con unas leyes y normas que en su caso se reúnen en la Constitución de 1978, aprobada por los votos del 93% de los catalanes. Todos los españoles somos sujetos constituyentes y la pretensión de convocar una consulta parcial que afecta a la totalidad de España no tiene otra definición que la de golpe de Estado. Y el Estado puede legalmente usar la fuerza para bloquear el golpe. Pero con muy poquita fuerza, sin violencia, se conseguiría. Episodios históricos así lo demuestran. La primera fuerza que usaría el Estado para desmontar la consulta golpista, sería catalana. Los Mozos de Escuadra, que forman parte de las Fuerzas de Seguridad. Después los funcionarios del Estado. Si los Mozos de Escuadra se negaran a retirar las urnas, perderían su condición de agentes del Orden y serían sustituidos por la Policía Nacional y la Guardia Civil. Pero no intuyo que esté previsto el uso de la fuerza militar, que sería ajustado a la Constitución pero innecesario. Una consulta ilegal se obstruye retirando las urnas y deteniendo por traición y prevaricación a sus impulsores. Y para eso no es necesaria la actuación militar. Con la policial y la judicial es suficiente. Autonomía suspendida temporalmente y nada más.

Sí existe una posibilidad de violencia, y viene de la CUP. Algunos dirigentes de la CUP han anunciado que usarán la fuerza de las armas para alcanzar sus propósitos. No son catalanes de raíces, sino charnegos catalanizados. Y tampoco son tantos. Poquita fuerza y asunto resuelto, al menos de momento. El Ejército no intervendrá en Cataluña. Seguirá sirviendo a los catalanes como al resto de los españoles. Por ese lado, tranquilo, Puigdemont.