Cristina López Schlichting

Una mayoría relativa

Lo consiguió. Sencillamente, María Dolores de Cospedal no ha sido arrastrada a la precaria situación de otros dirigentes del PP que tendrán que soportar el desafío de unos pactos que podrán desbancarlos del poder. La secretaria general del PP no ha conseguido mayoría absoluta en Castilla La Mancha, pero su victoria le da 16 escaños en un parlamento de 33, con lo que le bastará para afianzarse el escaño obtenido por Ciudadanos. Es de todo punto improbable un pacto –que sería forzado– entre PSOE, Podemos y Ciudadanos. Cospedal gobernará su autonomía y ha salido limpia de un posible contagio del tremendo ascenso del partido de Pablo Iglesias en Madrid –tan cercano-. A primera vista, el voto que ha abandonado al PSOE ha migrado a Podemos y el que ha dejado el PP lo ha hecho al partido de Rivera, pero en ninguno de los dos casos con consecuencias graves. En las capitales castellano-manchegas el bipartidismo ha sido la norma absoluta. Toledo, Cuenca y Guadalajara serán del Partido Popular y Albacete y Ciudad Real pasan al PSOE. Como si el sur de la autonomía recogiese los aires de la Andalucía de Susana Díaz.

No ha sido posible la mayoría absoluta, pero tampoco se ha logrado en Murcia, en unas elecciones donde el desgaste popular por el gobierno de una dura crisis se ha sumado a los tremendos casos de corrupción. Si sumamos el efecto vertiginoso de la irrupción de los nuevos partidos, con enorme incidencia en plazas decisivas, como la capital de España y la ciudad condal, Cospedal ha de estar muy satisfecha. También su partido, cuya solidez interna se hubiese resentido de verse cuestionada una figura tan relevante del aparato.