Alfonso Merlos

Una muleta de hierro para partir Cataluña en dos

La Razón
La RazónLa Razón

La extrema derecha, el fascismo, la liquidación del régimen de la Transición... El campo semántico de los antisistema separatistas de la CUP es de una radicalidad que raya el autoritarismo y hermana con el totalitarismo. Y aun así (o precisamente por eso), el resultado electoral para esta facción rústica de la izquierda independentista es un éxito parcial.

Sus diputados regionales y apoyos ciudadanos son limitados. Pero el político de la zapatilla y sus cuates se han erigido en la muleta o el garrote que necesita la estrafalaria y triunfadora candidatura de Romeva y Guardiola para partir Cataluña en dos. Para proseguir este camino de insolidaridad y espinas.

No sólo eso. Con su discurso han consumado un trabajo sucio consistente en presentar estos comicios como una batalla; con vencedores y vencidos, con proyectos que prevalecen frente a otros cuyo destino es ser desprestigiados, triturados, demolidos, sepultados. Las vísceras, el carácter antidemocrático, el talante que escupe sobre el consenso cívico, la espalda a la búsqueda de soluciones para la convivencia. El horror. Y la cara dura. Erigida en estandarte de los amigos catalanes de Batasuna a través de la alusión a Los Ronaldos del candidato Baños («Adiós papá / consíguenos un poco de dinero más»). Rostro al dente, el que no esconden tras ninguna máscara estos caraduras. Más pasta, la que piden para seguir financiando una hoja de ruta regada por el odio y el desprecio. Y más madera, la que pretenden seguir echando en la caldera soberanista para subir al máximo la temperatura del fuego: cuanto peor, mejor.

Pedir responsabilidad al señor Mas para tratar con estos talibanes es echar agua en un cántaro agujereado. Hoy viajan en sidecar, sin volante. El tiempo dirá pronto si terminan cruzando la línea de meta con la que sueñan o despeñados por un barranco.