César Vidal

Vicepresidentes (II)

La Razón
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En mi último artículo, me refería a la manera en que Tim Kaine suplía electoralmente las carencias de Hillary. Debo ahora mencionar la forma en que Mike Pence, el compañero de ticket electoral de Donald Trump, suple al candidato republicano. Mike Pence se ha definido como «cristiano, conservador y republicano» y, precisamente, en ese orden. Pence es evangélico y su misión es llevar a sus correligionarios a votar por Trump en lugar de optar por la abstención. A diferencia de lo sucedido con Carter, Reagan o Bush, no parece que el voto evangélico vaya a ser la clave para alcanzar la presidencia. Sin embargo, sí puede marcar la diferencia entre que Hillary gane por la mínima o por lo que aquí se denomina «landslide» y, sobre todo, puede ser la causa de que Hillary llegue a la Casa Blanca o lo haga Trump. En suma, con ese voto solo no se puede alcanzar la presidencia, pero sin él, no cuenta con la menor posibilidad el partido republicano. Por añadidura, en Estados Unidos, los votantes evangélicos son los que desempeñan un papel frente al aborto o el matrimonio homosexual semejante al de ciertos católicos en España. Pence tiene una larga trayectoria provida y opuesta a la agenda del «lobby» gay. Semejante posicionamiento, lejos de apartarlo de la vida pública, ha sido esencial para que se convirtiera en gobernador de Indiana. Por añadidura, Pence es un hombre de trato exquisito. No tiene la simpatía de Kaine, pero sí cuenta con un carácter suave, incluso dulce, que es muy apreciado por una parte del electorado estadounidense y que sirve de claro contrapeso a los excesos verbales de Trump. En honor de la verdad, hay que decir que las palabras de Trump son retorcidas para que expresen mucho más de lo que dicen y así, cuando señala que espera una reacción de la Asociación Nacional del Rifle, se manipula en el sentido de que estaba llamando a disparar sobre Hillary. Pero sean tergiversadas o no, Pence es un excelente contrapunto.

Mantiene la relación con el «establishment» del Partido Republicano, nada feliz con la elección de Trump por las bases; apela al voto evangélico y coloca aceite en las ronchas que provocan las palabras del candidato. En otros términos, de la parte más airada del electorado se ocupa Trump y Pence mantiene los votos más moderados. Que, al fin y a la postre, salga bien se sabrá en noviembre. De momento, sin embargo, hay que reconocer que está bien pensado.