Ángela Vallvey

Violación

La Razón
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Violar es una violencia vieja que persiste en países que suponemos «avanzados», como el nuestro. Hacer recuento de su historia resulta descorazonador. Es un delito que ancestralmente se comete siempre contra los más débiles. Niñas, niños, mujeres jóvenes... de las clases sociales menos favorecidas, son las víctimas perfectas, desde la antigüedad. Pese a que suele estar severamente castigado en los textos de Derecho, clásico o actual, hasta no hace mucho este crimen era muy poco perseguido por los jueces y tribunales de justicia, que se han mostrado propensos a «comprender» al violador, cuando no a justificarlo: eso sostiene Georges Vigarello, autor de una estremecedora «Historia de la violación», que ha rastreado sus repugnantes huellas, criminales y jurídicas, desde el siglo XVI francés hasta el XX. Ha llevado tiempo encontrar pistas de denuncias de violaciones. Tradicionalmente, las mujeres sufrían esa violencia sin revelarla, sin descubrirla, temiendo acusar al violador, intentando «tapar» el crimen. Porque la violación hecha pública siempre ha «manchado» más (todavía) a la mujer. La cubre de ignominia. En vez de procurarle compasión pública, la envuelve en una suciedad mayor. En lugar de mostrarla como una víctima, la salpica con la sospecha de ser una «prostituta», o de estar «estropeada», dañada para siempre. Así, es raro que una mujer admita públicamente que ha sido violada. Ni siquiera hoy día. Tiene mucho que perder: gran parte de su vida futura. Junto con otros delitos sangrientos, la violación ha sido considerada como un acto trivial, que no hace tanto ni siquiera desencadenaba un proceso jurídico. La violación en grupo, además, nos remite a un horror arcaico, a una rancia belicosidad (era frecuente en actos de guerra), y es algo propio de hombres retrasados, que parecen surgir de un pasado primitivo y remoto, a pesar de ser contemporáneos. Esta brutalidad sexual se ha perpetrado tradicionalmente contra muchachas vulnerables, criadas, huérfanas, presas, adolescentes, borrachas, obreras, chicas que no tienen «un hombre protector» cerca... (el violador sólo es capaz de mostrarse fuerte con los débiles, mientras es débil ante los fuertes; su acto despiadado le hace sentirse poderoso, aunque sabe que es un insignificante deshecho humano). La violación es todo acto de penetración sexual, de la naturaleza que fuere, cometido contra otra persona mediante violencia, coacción o sorpresa. Resulta degradante que la ley, o la opinión pública, aún continúen debatiendo qué es y qué no es una violación. Como si no lo supieran.