Historia

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Visita americana

La Razón
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Entre las variopintas pandillas de pícaros que nos afligen, «España» parece mala palabra y hasta ignominiosa. Leyendo declaraciones del presidente argentino, Mauricio Macri, que mañana llega a Madrid, su apelación a la «madre patria» nos puede parecer arqueológica o lacayuna, pero no es así. En Hispanoamérica es lugar común entender a España, al menos, como vientre de alquiler de lo que hoy son, e incluso les malsuena lo de castellano para definir el español que hablan. El genocidio amerindio a manos de españoles es concepto recurrente entre nuestra delincuencia intelectual, pero quien haya recorrido América habrá encontrado más indígenas que caucásicos, con excepción de Argentina (la campaña del desierto) y Estados Unidos y Canadá (la conquista del oeste), donde las nacientes repúblicas programaron la extinción oriunda. Ningún imperio se fragua con bendiciones y España llevó inconscientemente la muerte al nuevo mundo con enfermedades de las que no estaban inmunizados los nativos. Practicamos el mestizaje y contagiamos la sífilis a las llamas. Persiste la pugna entre sanmartinianos y bolivarianos, los dos libertadores, españoles criollos, amargados al final de sus hazañas. San Martín ascendió a coronel con la caballería española en Bailén y al tomar la plaza de El Callao rindió honores a la derrotada guarnición española. Bolívar fue pisaverde en Madrid y al ser ninguneado por criollo nos prodigó tal odio que decretó fusilamientos masivos de prisioneros españoles. El socialismo americano del siglo XXI ha sustituido el antiimperialismo contra los gringos por la naciente fobia española y así Maduro insulta a Rajoy con la saña que no dedica a Trump. El matrimonio Kirchner exorcizó a España hasta la confiscación de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), joya de Repsol, y la visita de Macri quiere cerrar la absurda elipsis hispanoargentina. El bolivarismo se resquebraja con la mayoría de sus líderes imputados por las coimas de Odebrecht, mano negra de Petrobras en el subcontinente. Macri es un empresario, con un partido instrumental entre los peronistas y radicales, que afirma que lo de Venezuela no es democracia y mira con interés a Europa. Viene con una tropa de ministros y empresarios a retomar la filiación con la madre de su patria, y es de agradecer. Pende Telefónica a la que «Clarín» puede recortar telefonía y Tv por cable, pero ese engorro no se va a tratar en esta muy agradable visita americana.