Cristina López Schlichting

Vuelva usted en cien años

La Razón
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Las vacaciones son también ese momento de los papeles, uff. Todo el curso corriendo de tele en tele, de artículo en artículo, de programa en programa y dices: ahora que tengo tiempo... Y es que una lleva cinco años empadronada en su nueva casa (¿nueva?) y las multas siguen sin llegarle. Hacienda es el único organismo que sabe exactamente dónde vives, dónde tributas, cómo se llaman tus hijos y empleados, cuánto facturas, cuál es tu ADN, tu Rh, tu genotipo y la raíz etimológica de tu apellido. Vas al servicio y sí, también, Montoro sabe de qué marca es tu papel higiénico. Ok,ok, no perdamos la calma. Hacemos acopio del padrón, papeles del coche y DNI y atendemos a la cita electrónica concertada hace semanas en Tráfico. No hay apenas gente, todo pinta divinamente y te creces y esponjas la melena y te dices que sí, que esta vez no va a faltar papel alguno, que a la primera va a ir a la vencida. Esperas con tu papeleta del turno en la mano y acudes cuando el monitor hace «ploc» y sale tu número. Una funcionaria joven y encantadora te atiende. Sacas muy ufana la carpeta de los documentos –Lo siento pero– la funcionaria frunce el ceño y se interrumpe –¿Sí? – balbuceas inquieta–. Le falta el certificado del domicilio fiscal de la empresa– Ya... – piensas rápidamente, eres conocida por tu capacidad resolutiva– «¿Me permite llamar a mi asesora fiscal?» – Claro... retírese un poco mientras sigo atendiendo, por favor –Ceci, que estoy en Tráfico ¿me podrías mandar un papel?–Pero para quéeee? ¡Hace dos años que notifiqué al Ayuntamiento todos los domicilios postales y fiscales! Todavía estoy en casa Cris, tardaré al menos media hora –No hay problema–. Cuelgas y vuelves a ventanilla: Mire señorita, que mi asesora tardará un poquito, a las diez y media en punto estoy aquí con el papel, si le parece... –Pues...verá, a las diez y media es la hora del bocadillo» ¡¿El bocadillo?! ¿Quéeeee es el bocadillo, te preguntas en tu fuero interno? Bocadillo es para ti el recuerdo de lo que te hacía tu madre en la merienda. Tú, como mucho, te tomas un café de la máquina mientras trabajas. Y desde luego NO se lo cuentas a nadie. Si osases decirle a tu presidente: «Fernando, que es que no puedo atenderte porque es la hora del bocadillo» tu siguiente destino sería Venezuela. – «Ya – inspiras lentamente– el bocadillo... ¿y no me podría atender otra persona?» La funcionaria reflexiona parsimoniosamente y se vuelve a su colega de la derecha: «Conchi, oye, esta señora...» Al cabo te da la dirección de la otra funcionaria: «Ella le atenderá encantada» y sonríe. Vuelvo a llamar a Cecilia. Salgo a tomar un café que a mí no me apetece. A la media hora, como un reloj, estoy otra vez en Tráfico. La tal Conchi ha recibido el papel. Toman nota del domicilio fiscal y postal del coche. Salgo contenta: todo sigue en su sitio, exactamente como hace dos siglos, con Mariano José de Larra.