Tribunales

W.O.

La Razón
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Aunque lleven años sin agarrar una raqueta o pegar un pelotazo, seguro que saben lo que significan las letras «W.O», que figuran ocasionalmente junto al nombre de un jugador en los cuadros de resultados de los torneos de tenis. Para quien no esté al tanto, me permito recordar que es el acrónimo de «walk over» y es lo que se escribe en la pizarra cuando alguien pasa de ronda por incomparecencia del rival. Como casi todo en el mundo del deporte, tiene origen inglés: nació con las carreras de caballos, donde si sólo se presentaba un corcel, éste ganaba tras dar una vuelta en solitario al hipódromo y cruzar la meta.

En tenis ni siquiera hace falta ese ceremonial y si el rival no aparece, no tienes que hacer un saque ni nada similar. Saltas a la siguiente ronda y santas pascuas, como está ocurriendo desde hace décadas en el asunto más crucial de la política española: Cataluña. Lo digo con dolor, porque es un tema en el que nadie puede llamarse a engaño o alegar ignorancia, pero la realidad es que España, el Estado español, los líderes españoles, los intelectuales de plantilla, el periodismo nacional y la ciudadanía en su conjunto llevamos 40 años perdiendo todos los debates con el independentismo por «W.O». En esta constante y generalizada ausencia, que permitió a los Pujol campar a sus anchas, a CDC cosechar el 3% y a la consejería pasarse por la entrepierna el derecho de los padres a educar a sus hijos en español o multar la rotulación en castellano, siempre han influido diversos factores. Uno es el pánico del español medio a ser tachado de intransigente o franquista por pedir que se cumpla la Ley en todo el territorio nacional. Otro es la tendencia natural del ser humano a acomodarse al paisaje, para ahorrarse problemas. Un tercero, muy importante, es la sensación creciente de impunidad. Sin todo eso, sin la convicción de que enfrente tienen un «tigre de papel» inofensivo, no se puede entender que Francesc Homs afirme desafiante que si él o cualquiera de los dirigentes que vulneraron la Constitución celebrando un simulacro de referéndum el 9N, es condenado «será el fin del Estado español». O que ayer, ante el Tribunal Supremo, soltara tan fresco eso de «admito todos los hechos que usted me incrimina e incluso podría añadir más porque fue mi obligación hacer lo que hice». Si esta vez no hay «W.O» judicial y se aplica la legislación vigente, ya verán cómo la próxima no se ponen tan farrucos.