Casa Real

Y el Rey habló

La Razón
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Decía el lunes que Felipe VI, además de Rey, es Jefe de las Fuerzas Armadas y, como tal, debe garantizar la unidad de la Patria. También decía que una declaración en este sentido se produciría en breve. Y ayer habló.

Y ¿qué tenía que decir el Rey? Había muchos españoles que no esperaban nada del Soberano. Otros pedían que hablara a toda costa. Tras comprobar cómo el PSOE volvía sobre sus pasos y traicionaba una vez más al resto de los partidos constitucionalistas no había muchas posibilidades más para defender la legalidad. Felipe VI tenía que salir.

Empezó el Monarca refiriéndose a la gravedad de la situación. Repitió la palabra gravedad en otro momento de su alocución: apenas algo más de seis minutos. Pero no habló de una gravedad en abstracto, sino de la «deslealtad inadmisible», de «conducta irresponsable», del «quebrantamiento de los principios», de las «decisiones equivocadas», de cómo han «socavado la armonía», de cómo han «dividido a la sociedad catalana»... y todas estas acusaciones tenían unos únicos destinatarios: la Generalitat de Cataluña y el Parlament. Pero el discurso no era una descripción o enumeración de lo ocurrido durante las últimas semanas y meses. Había más.

La segunda parte del mensaje estuvo dirigida a los poderes públicos, a lo que instó a restaurar el orden constitucional en Cataluña porque –entre otras cosas– podría afectar también al resto de España. No dijo cómo debían actuar ni qué leyes aplicar. Ésa no es la función del Monarca. Es el Gobierno el que debe tomar y aplicar las decisiones.

Pero faltaba algo más. Y es que hay muchos españoles preocupados y afectados por lo sucedido en Cataluña. El Rey sabía que debía transmitir un mensaje de esperanza y optimismo. No se anduvo por las ramas Felipe VI. Habló de desasosiego y tristeza en tantas personas. Por eso, en estos «momentos difíciles» quiso transmitir tranquilidad, confianza y esperanza. «Sentirnos orgullosos de lo que somos» y que nadie dude del «compromiso del Rey con la unidad de España». «Serenidad y determinación» en un futuro en el que también «estará Cataluña».

Si el Rey Don Juan Carlos fue el motor del cambio, de aquella Transición –en palabras de José María de Areilza– Felipe VI puede ser también el motor que hacía falta para que empiece a cambiar la situación en Cataluña. Él ha dado el primer paso. Esperemos que nuestros políticos le secunden.