Lucas Haurie

Zona catastrófica

La Razón
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Hasta un infante con la comprensión lectora de un concejal entiende que el turismo representa aproximadamente un diezmo del PIB español y más o menos un cuarto del andaluz. En esta tierra, la primera generadora de divisas es la Costa del Sol, que para mantenerse activa fuera de la estación de playa deviene en Costa del Golf. El temporal ha anegado los campos mientras nuestra progresía execra al visitante con ese cruel elitismo que sólo pueden permitirse los muy afortunados. Sucede que la economía regional, que tanto se juega en esta semana de puente, es sacudida por enemigos exógenos y endógenos: hasta los fans de la productividad lamentan las pérdidas ocasionadas por las fiestas enlazadas de esta semana sin reparar en que, para Andalucía, la holganza ajena es maná. Los hoteles son nuestras fábricas y los bares, nuestras oficinas; de modo que vengan visitantes nacionales justo en la fecha en la que menos se prodigan los extranjeros, que volverán por Navidad. Así de prodigioso es el calendario lúdico y por eso resulta especialmente urgente la reconstrucción de las infraestructuras afectadas por las aguas en Manilva, en Sotogrande, en Casares, en Conil, en Palos... ¿Alguien dudaría en restaurar la Alhambra si un rayo reventase la Fuente de los Leones? ¿Se niegan ayudas a los agricultores cuando el pedrisco destruye una cosecha? Pues el sustento para las comarcas afectadas depende de su capacidad para recibir a los viajeros. La presidenta de la Junta y el ministro del Interior visitaron el escenario de la catástrofe pero el calor humano, en estos casos, carece de la eficacia de un buen libramiento de fondos. Así que menos fotos dolientes y más firmas en cheques. Pocas veces se justifican los sablazos fiscales que nos arrean tirios y troyanos. Ésta, sí.