Europa

España

Amenaza directa a España

La Razón
La RazónLa Razón

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, lo dijo ayer en nuestro periódico: «Se amenaza a nuestra civilización y España no es una isla». La reflexión del miembro del Gobierno sólo recoge una certeza tan concluyente como inquietante. Nuestro país ha estado, está y estará en el punto de mira de los yihadistas, que lo citan como objetivo prioritario ya no sólo por las razones históricas conocidas (al-Ándalus) y su emplazamiento geoestratégico como puerta de entrada de musulmanes a Europa, sino por su condición de democracia occidental, miembro de la coalición que lucha contra el islamismo en cualquier escenario del mundo. Precisamente, la eficacia de nuestras Fuerzas de Seguridad nos ha situado en la vanguardia del combate contra estas organizaciones terroristas. En lo que va de año se han practicado 19 operaciones con un total de 47 arrestos de personas relacionadas o miembros del Estado Islámico, frente a las cinco actuaciones y seis detenciones llevadas a cabo en otras naciones europeas. La capacidad de España para desarrollar una política preventiva con una alta operatividad parece no haber pasado inadvertida a los yihadistas. En julio, se detectó una amenaza concreta y muy seria –como dato sirva que era un texto escrito en árabe e inglés y que incluía una docena de enlaces con informaciones sobre los últimos arrestos en España– contra nuestro país por las continuas operaciones de la Policía y la Guardia Civil. Su origen fue Argelia, pero el texto fue rápidamente recogido por páginas y usuarios radicales. Antes, había sido el órgano de prensa oficial del Estado Islámico, con referencias a los atentados del 11-M en Madrid, y en las que animaba a matar dentro de nuestras fronteras. El peligro, por tanto, es un hecho que, afortunadamente, ni el Gobierno ni las Fuerzas de Seguridad relativizan ni menosprecian, sino todo lo contrario. Hasta la fecha, hemos sido capaces de responder con garantías y resultados a aquellos individuos radicalizados que se escondían entre nosotros y suponían un riesgo cierto. No es una tarea sencilla, pero los poderes públicos han interpretado de la forma adecuada la dimensión del adversario al que nos enfrentamos y el objetivo que persigue. Tampoco conviene engañarse ni pensar que España es intocable. El atentado de un lobo solitario es relativamente sencillo y si no lo hemos sufrido todavía, a diferencia de otros países de nuestro entorno, no ha sido por casualidad o falta de deseos de los terroristas islamistas, sino porque la prevención ha funcionado y ha podido desactivar los planes, incluso cuando aún eran poco menos que un esbozo, y detener a sus responsables. Hemos de tener presente siempre que la amenaza es real y cercana, que participamos en una guerra contra el yihadismo, que está en juego nuestra libertad y que la única opción es la derrota de aquellos que nos quieren destruir.