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Andalucía necesita un gobierno

La Razón
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La nueva cultura de pactos que se auguró tras los resultados de las elecciones andaluzas del pasado 22 de marzo parece que no se ha puesto en práctica. Ya no se trata de que los socialistas, que resultaron ganadores de los comicios autonómicos, lleguen a un acuerdo de gobierno con otras formaciones políticas, sino de conseguir su abstención para que Susana Díaz pueda ser investida. Más de un mes después de las elecciones, todavía no se ha podido constituir un gobierno para Andalucía, que es lo realmente importante, que la comunidad con más nivel de paro puede poner en marcha las políticas con las que el PSOE pidió revalidar de nuevo su mandato. Pero ya no hay mucho margen para retrasar que tome posesión la nueva titular del Palacio de San Telmo. Hoy, el presidente del Parlamento de Andalucía propondrá ante la Mesa de la Cámara que el pleno de investidura se celebre los días 4 y 5 de mayo, con la intención de que pueda ser elegida antes del día 8, que es cuando empieza la campaña electoral de las municipales y autonómicas del 24-M. La irrupción de Podemos y Ciudadanos en el mapa electoral ha convertido a Andalucía en el laboratorio de las nuevas alianzas políticas. Lo que ha quedado claro es el exceso de tacticismo por parte de estas formaciones que, hasta el último momento, han ocultado ante su electorado cuáles son sus intenciones. Por otra parte, las negociaciones emprendidas por Susana Díaz también tienen una lectura interna dentro del PSOE: las decisiones sobre futuras alianzas las ha tomado al margen del líder socialista, Pedro Sánchez. No es un hecho menor, pues afecta de manera directa a la credibilidad socialista ante sus futuros pactos. A los partidos de Pablo Iglesias y de Albert Rivera, con poca experiencia de gobierno, no se les puede exigir que actúen con sentido de Estado, pero al PSOE sí hay que reclamarle una mayor claridad en sus objetivos porque es la lista más votada y debe estar centrado en el gobierno. La constitución de la Mesa del Parlamento evidenció que pesó más mantener en el control del gobierno de la Cámara autonómica que un entendimiento institucional en un momento en el que no hay una mayoría solvente. Parece que sigue esta tónica. Díaz deberá conseguir en la investidura 55 de los 109 escaños, una mayoría absoluta imposible, por lo que tendrá que someterse a una segunda votación en la que debería obtener la mayoría simple. De esta manera, el día 7, un día antes del inicio de la campaña electoral, puede concluir esta larga negociación en la que no se han puesto encima de la mesa programas concretos, sino una simulación ante el electorado. Andalucía tiene que salir cuanto antes de esta encrucijada en un momento en el que, por un lado, necesita un empuje en su política económica y, por otro lado, desbloquear la crisis abierta por el «caso de los ERE». La realidad es que Díaz sólo necesita 16 abstenciones.