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Ante el terror yihadista no es suficiente ser sólo «observador»

La Razón
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Nuestra experiencia en la lucha antiterrorista ha dejado claro que para derrotar al fundamentalismo violento –en la versión religiosa o política– es necesario mantener la unidad de todas las fuerzas democráticas. El terrorismo busca como objetivo principal romper las sociedades libres, dividirlas y buscar apoyos en sectores que «comprendan» que sus bárbaros atentados son la consecuencia de una injusticia previa. En un momento en el que España ha sido atacada en la ciudad de Barcelona, donde los yihadistas han demostrado su terrible capacidad de destrucción, no cabe más opción que la unidad. Ayer se reunió el Pacto Antiyihadista para reafirmar el acuerdo que se selló por primera vez en noviembre de 2015, cuando se puso en marcha a raíz de atentado contra la revista satírica francesa «Charlie Hebdo». Si entonces era necesario el acuerdo de todas las fuerzas parlamentarias, ahora, tras la masacre de Barcelona, la necesidad de sumar a todas las fuerzas es clave. Sin embargo, PNV, PDeCAT, ERC y Unidos Podemos optaron por no firmar el pacto. Primero, acudieron en calidad de «observadores», una fórmula que sólo define la equidistancia máxima y la falta de compromiso con la política antiterrorista. Ha sido una ocasión perdida que sólo sirve para transmitir a la ciudadanía que ni en situaciones tan extremas como las que estamos viviendo los partidos políticos son capaces de alcanzar acuerdos mínimos sobre algo básico: defender la democracia y las libertades públicas. Ha primado más una política de pocos vuelos. Por un lado, están los nacionalistas catalanes, PDeCAT y ERC, obcecados en un proceso de ruptura con la legalidad –y compitiendo ambos por la Generalitat– que les impide tener un gesto de Estado. Menos comprensible es que el PNV no quiera apoyar una iniciativa de cuya efectividad ha sido testigo en los años de plomo del terrorismo etarra. Una confusa posición que nos tememos sigue siendo heredera de aquellos años amargos. Unidos Podemos se mantiene como «observador», algo que nunca ha explicado de manera convincente. Todavía resuenan las palabras de Pablo Iglesias sobre que el pacto antiyihadista «supone renunciar a derechos civiles y no es eficaz». Es alarmante la falta de madurez política. Llegar a un acuerdo de mínimos por muy loable que sea el motivo –la condena de los ataques, el reconocimiento a las fuerzas de seguridad y del comportamiento cívico de los barceloneses– es algo que se da por hecho. Por contra, el Partido Popular, PSOE y Ciudadanos firmaron el acuerdo, al que se sumaron las minorías de Foro Asturias, UPN, PAR, Coalición Canaria, además de UPyD. La necesidad del pacto entre todas fuerzas se basa en el hecho de que es clave que se transmita a la sociedad que no hay fisuras en la unidad y que ésta es clave para derrotar al terrorismo. Sobre el terreno, la eficacia y coordinación de las fuerzas de seguridad ha funcionado. Salvando fallos de información que deberán subsanarse, el operativo tras el atentado ha cumplido los objetivos de neutralizar a los yihadistas huidos. La unidad es necesaria porque hay que legislar en el sentido de asegurar nuestras libertades e impedir que los terroristas se beneficien de esta libertad. El coordinador antiterrorista de la Unión Europea, Gilles de Kerchove resaltó ayer los logros de las legislación española y comunitaria para dificultar a los terroristas el uso de armas de fuego y puso como reto invertir «en establecer condiciones adecuadas para un islamismo pacífico».