Teatro

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Carmena, triste ejemplo de la «vieja política»

La Razón
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El caso de los titiriteros cuya obra reprensentada ante niños era un burdo acto de enaltecimiento al terrorismo etarra debería terminar con la dimisión o cese de la responsable política de este lamentable espectáculo, la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Celia Mayer. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, no es la primera vez que actúa con un sectarismo propio de regímenes autoritarios. Basta recordar la chapuza que ha supuesto la retirada de monumentos y placas sin saber exactamente ni quiénes eran esos supuestos franquistas, hasta el punto de que tuvo que reponer algunas. Sólo por aquel hecho, es justificable su cese. Manuela Carmena ha reconocido «el lamentosísimo episodio de los títeres», ha pedido perdón y ha anunciado una «profunda investigación». Pero no basta. Si los hechos objetivos son los que la propia alcaldesa reconoce, no tiene más salida que cesar a Mayer, así le pese a Podemos, que es quien la apoya. Conseguir la alcaldía hablando de que llegaba la «nueva política» y acabar practicando la más vieja de todas es un verdadero fraude. Lo que está en riesgo no es que Carmena pierda el apoyo de Pablo Iglesias –que ya ha justificado a los titiriteros concediéndoles el derecho de la libertad de expresión–, sino que la ciudad de Madrid se convierta en un reducto del más rancio izquierdismo.