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El PSOE necesita centrarse

La Razón
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El anuncio de que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, hará oficial su candidatura a las primarias socialistas el próximo 26 de marzo no debería sorprender a nadie porque, entre otras cuestiones, demuestra un buen dominio de los tiempos. Díaz entrará oficialmente en campaña 24 horas después de que el Foro Político socialista haya aprobado la ponencia marco del Congreso. Es decir, cumple ante las bases con su compromiso de «primero, las ideas» y podrá defender un proyecto que estará en consonancia con la mayoría de la estructura directiva del partido. Si el momento parece idóneo, también, el lugar: un acto multitudinario con militantes en Madrid. La elección de la capital de España marca distancias con la región de su responsabilidad y la proyecta a nivel nacional. De hecho, frente a quienes argumentan, dentro y fuera del PSOE, que su cargo de presidenta de la Junta andaluza –donde está sufriendo un claro desgaste político– supone un hándicap mayor frente a sus oponentes, lo cierto es que la proyección política y mediática que proporciona gobernar la comunidad más poblada de España compensa de sobra los supuestos reparos. Sin embargo, puede que no ocurra lo mismo en sentido contrario. Es decir, que su candidatura a la Secretaría General del PSOE perjudique su posición en Andalucía, donde, por el momento, las encuestas de opinión –como la de «NC Report» que hoy publica LA RAZÓN– le atribuyen una sostenida estabilidad. Según nuestro sondeo, referido a este mes de marzo, de celebrarse elecciones autonómicas, Susana Díaz volvería a ganarlas holgadamente con más de seis puntos de ventaja sobre el PP, pese a que se dejaría uno o dos escaños, que pasarían a los populares, que suben ligeramente en la intención de voto. Es un retroceso que se puede ir incrementando. No hay que despreciar, pues, el hecho de que la presidenta andaluza es la que más arriesga de los tres candidatos que concurren a las primarias, porque es la que más tiene que perder. Ni Pedro Sánchez, que se encuentra fuera de cualquier responsabilidad en el partido, ni Patxi López, que es un diputado raso, arriesgan más que sus ambiciones políticas, por muy legítimas que sean. Pero Susana Díaz y, por ende, el propio Partido Socialista, se juegan mucho en el envite. En este sentido, no pecan de exageración quienes advierten de que una derrota de Susana Díaz o de Patxi López frente al tercer candidato mejor posicionado en apariencia, Pedro Sánchez, puede significar la fractura definitiva del que todavía es el partido de referencia de la izquierda española. Temen un desenlace que llevaría a posiciones irreconciliables en el seno del socialismo español, con la victoria de un oponente que guarda un largo memorial de agravios personales desde que fue derrotado en un Comité Federal, pese a lo impecable del procedimiento. De ahí que sea de la mayor importancia que la estructura institucional del PSOE adquiera conciencia de que está en juego algo mucho más importante que el nombre de su próximo secretario general. Con Díaz, también con Patxi López, es posible que el socialismo español restañe las heridas internas, vuelva a su papel de representante de la socialdemocracia avanzada y recupere el favor de muchos votantes, alejados por la radicalidad impostada de su último líder, que ha llevado al partido a sus peores resultados electorales. Ello no significa que la presidenta andaluza o el propio López vayan a ser figuras cómodas en su oposición al Gobierno del PP, como han demostrado sobradamente, pero al menos, puede contarse con su rechazo del populismo radical.