Nacionalismo

Europa ante el atroz rostro del nacionalismo

La Razón
La RazónLa Razón

Con la condena a cadena perpetua del exgeneral serbobosnio Ratko Mladic, culpable de los delitos de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad, el Tribunal Internacional para los Crímenes de la Antigua Yugoslavia pone fin a 24 años de instrucción judicial de uno de los períodos más negros de la historia moderna de Europa. Pero si la Justicia, dentro de lo razonable, ha sido cumplida con las 84 sentencias dictadas contra otros tantos criminales de guerra, la reparación del daño causado no será posible hasta que se sucedan unas nuevas generaciones, abiertas al perdón y a la reconciliación. No será fácil. La última guerra balcánica (1990-1999) puso una vez más a Europa ante el atroz rostro del nacionalismo y demostró la fragilidad de los principios humanitarios cuando el nacionalismo excita entre los pueblos el sentimiento de la propia superioridad, el miedo y el desprecio al otro. El genocidio de Bosnia, étnico y religioso, las matanzas horrendas de Croacia, del Kosovo y, también, de las poblaciones serbias, no sucedieron en tiempos remotos ni en lugares ajenos a nuestro modo de vida, sino en la misma Europa que había visto el exterminio del pueblo judío, apenas medio siglo atrás. El Tribunal cierra sus puertas, pero las pulsiones nacionalistas que hicieron posible el horror aún perviven entre nosotros. El futuro de un continente unido y en paz pasa por hacerles frente.