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Guardia alta frente al yihadismo

La Razón
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El ataque frustrado por varios pasajeros en un tren Thalys Ámsterdam-París nos recordó de nuevo que la amenaza yihadista es permanente y que, pese a los evidentes éxitos en la desarticulación de células criminales, la comunidad internacional, especialmente Europa, no puede sentirse segura ni a salvo. De hecho, lo acontecido el pasado viernes pudo convertirse en una nueva matanza islamista, pues el terrorista Ayoub El-Kahzzani, marroquí de 26 años, fue capaz de subir al tren en Bruselas con un fusil kalashnikov acompañado de nueve cargadores, una pistola automática con un cargador y un cúter, lo que da idea de cómo podría haber acabado aquello en espacios reducidos y sin salidas ni apenas escondites. Sólo el heroísmo de las personas que lo redujeron, y de las dos que resultaron heridas, evitó que ahora tuviéramos que lamentar males mucho mayores. Insistimos en que el peligro es global y que la guerra contra el terrorismo internacional no se reduce a un territorio o a un frente en concreto, sino que nos afecta a todas las democracias. En este sentido, Ayoub El-Kahzzani no era un desconocido ni para España ni para Francia. Este islamista residió en nuestro país hasta 2014 y los servicios de seguridad españoles habían advertido a los galos en febrero de 2014 de que era un radical peligroso, antes de trasladarse a vivir a Bélgica en 2015. Por tanto, la inteligencia española demostró de nuevo su eficacia y experiencia en este combate. Habrá que analizar cómo un terrorista registrado como tal pudo pasearse por Europa fuertemente armado y tomar un tren repleto de pasajeros sin dificultad alguna. Mantener la guardia alta contra esta amenaza supone evolucionar de forma constante, nunca darse por satisfecho y, sobre todo, minimizar o no cometer errores o, en su caso, aprender de los mismos. Además de recordar de forma insistente por todos los medios al alcance de un Estado de Derecho de que la amenaza es real y global. En una entrevista con LA RAZÓN, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, abunda en la idea de que los terroristas «quieren acabar con nuestra manera de vivir», y que toca hacer dos cosas: «prevenir, con alerta y con información y toda la intensidad» y «luchar contra los yihadistas para evitar que lleguen a España», «hacer frente a la amenaza allí donde comienza, donde se expande y donde pudiera atacar en nuestro país». Las palabras del ministro se atienen a la certeza y a la lógica de un combate con un movimiento genocida que persigue la erradicación, el exterminio de nuestra civilización, de nuestros derechos y libertades, y que no parará de forma voluntaria, sino que deberá ser derrotado. Los gobiernos occidentales parecen tenerlo claro. Ojalá que las sociedades, también. Estaremos más cerca de prevalecer.