FIFA

Inadmisible amenaza de la Fifa

La Razón
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De alarmista, incluso de desproporcionada, se puede calificar la advertencia de la FIFA de que debe ponerse orden en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y las consecuencias que tendría de persistir la actual situación, como dejar de ser miembro asociado y la consiguiente medida de exclusión de España del próximo Mundial de Rusia de 2018. Suponíamos que la FIFA llevaba tiempo mediando para que el ex presidente de la RFEF, Ángel María Villar no bloqueara su final de etapa y dejara el camino abierto para la sucesión, como sería lo lógico. El motivo de este llamamiento es la supuesta injerencia del Gobierno español en los asuntos de la FEF a raíz de la crisis que se abrió en la institución tras la detención de Villar, a cuentas de una investigación por el llamado «caso Haití». Dicha advertencia fue comunicada por la FIFA a los federativos españoles a través de una carta en la que hablan de intromisión gubernamental. La injerencia a la que se refiere es la de que el Consejo Superior de Deportes (CSD) impuso la suspensión de Villar en el cargo. Algo que entra dentro de la lógica tras el escándalo de su investigación judicial. Por otra parte, el mismo organismo encargado por velar por el buen funcionamiento del deporte español impugnó las elecciones celebradas el pasado mayo, en las que Villar fue reelegido presidente de la RFEF, lo que suponía el inicio de su octavo mandato consecutivo y 29 años en el cargo tras encadenar 8 elecciones. Sólo en dos de ellas tuvo oposición. El CSD vio irregularidades, por lo que pidió que fuesen repetidas. Es más, presentó ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) un recurso que finalmente fue aceptado hace unas semanas y que suponía la revisión extraordinaria de las elecciones en la RFEF. Puede que esta medida no haya sido del agrado de la FIFA, pero está entre sus atribuciones, incluso podría recriminársele que no hubiese actuado con más diligencia cuando el ex dirigente del fútbol español fue encarcelado. La llamada «operación Soule» –abierta una vez que la Federación devolvió el 1,2 millones de euros que recibió en concepto de subvención del CSD para invertir en programas de ayuda tras el terremoto de Haití y que nunca cumplió sus objetivos– desveló un entramado de intereses personales de Villar para conseguir el apoyo de las federaciones y perpetuarse en el cargo. Por lo tanto, se precipita la FIFA cuando habla de interferencias políticas por parte del Gobierno en aplicación del artículo 13 de los estatutos de dicho organismo internacional. «Todas las federaciones miembro deben administrar sus asuntos de forma independiente y asegurarse de que no se produzca ninguna injerencia por parte de terceros en sus asuntos internos», afirma, pero deberá aceptar que es obligación del CSD velar por el cumplimiento de la Ley del Deporte y, entre ellas, su punto cuarto: «Conceder las subvenciones económicas que procedan, a las Federaciones deportivas y demás entidades y asociaciones deportivas, inspeccionando y comprobando la adecuación de las mismas al cumplimiento de los fines previstos en la presente Ley». El presiente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, está en su derecho de supervisar personalmente la crisis de un socio tan importante, pero en ningún caso insinuar que España pudiese quedar fuera de una competición como el Mundial, precisamente para no dar pábulo a que lo que no se conquista en el terreno de juego se puede conseguir en los despachos. La etapa de Villar ha terminado y éste no debe perjudicar al fútbol español, perpetuarse o hacer valer sus influencias. Hasta la Audiencia Nacional acaba de negar sus pretensiones de recuperar la presidencia de la RFEF.