El desafío independentista

La Generalitat mintió sobre el 17-A y debe responder por ello

La Razón
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A medida que pasan los días desde los atentados del 17 de agosto, el papel de la Generalitat, y más concretamente de la Consejería de Interior y de la Jefatura de los Mossos, parece más borrosa y cuestionada. A los interrogantes sobre la eficacia del trabajo preventivo y de investigación sobre la célula de Barcelona y Cambrils antes del día de la tragedia, y las sospechas y los recelos levantados en la gestión en las horas posteriores a los ataques, se sumó ayer la información adelantada por «El Periódico de Cataluña» de que el Gobierno catalán recibió en mayo un aviso de la CIA norteamericana sobre un posible atentado terrorista en Las Ramblas de Barcelona durante el verano, como lamentablemente sucedió. La existencia de esta alerta de la Agencia Central de Inteligencia era conocida desde la misma tarde de la matanza. El propio diario barcelonés dio cuenta de ello a las pocas horas. Desde entonces, la Generalitat se esforzó en desmentirlo y en dejar en evidencia la publicación de la noticia. Lo hicieron desde Carles Puigdemont al consejero de Interior, Joaquim Forn, pasando por el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero. Ni siquiera la aparición del documento negro sobre blanco alteró ayer su versión principal, si bien Forn y Trapero reconocieron finalmente que sí tuvieron conocimiento de un aviso sobre un posible ataque en Las Ramblas, aunque negaron que proviniese de la CIA sin que fueran capaces de concretar cuál era la fuente informante. Lo que sí hizo Forn fue explicar que consultó con el Estado y se contrastó que era de «fiabilidad muy baja», lo que los hechos han desmentido. Luego el consejero se esforzó en vilipendiar al mensajero y en desatar teorías conspiranoicas al hablar de montaje y de campaña para desprestigiar a los Mossos. Nada de todo eso es cierto, claro, sino una sonrojante y burda tentativa de capear el temporal y trampear la verdad. Porque la realidad se resume en que Puigdemont, Forn y Trapero mintieron y lo hicieron a sabiendas para que los ciudadanos de Cataluña no conocieran que se pudo hacer más y mejor en la prevención de los atentados yihadistas o al menos en que los asesinos hubieran encontrado en su camino muchas más dificultades de las que se toparon. LA RAZÓN ha confirmado también que el documento de la CIA es auténtico, según fuentes de la lucha antiterrorista y que les llegó a los Mossos como a otras fuerzas policiales del Estado. Ante eso, y en el ejercicio de su plena competencia en materia se seguridad, la Generalitat no tomó el aviso en consideración y no dispuso medidas de seguridad suplementarias, política que de forma insólita se mantuvo incluso hasta algún día después de los asesinatos. Ciudadanos, PSC y PP pidieron ayer la comparecencia urgente del consejero Forn en el Parlament para dar explicaciones. Entendemos que es una obligación que, sin embargo, no puede reemplazar la necesidad de que se afronte una investigación parlamentaria en una comisión especial sobre los atentados y la gestión política y operativa de los mismos por parte de los dirigentes de la Generalitat. Hay demasiados agujeros negros en el relato de esas jornadas y un buen número de conductas que merecen ser analizadas y cribadas. Desde el minuto uno faltó autocrítica y sobró autobombo y precipitación, incluidos las condecoraciones y la desaparición de los altares de Las Ramblas. No se pensó en la gente, menos en las víctimas, sino en lo único que ha centrado las decisiones de los separatistas en los últimos meses y años: la ruptura con España por las buenas o por las malas. Ese fanatismo que lo ha envenenado todo y que no ha sido inocuo. Toca asumir responsabilidades por tanta mentira.