Muere Fidel Castro

La hora de la valiente disidencia cubana

La Razón
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Si hay algo seguro en medio de tanta incertidumbre es que no va a haber grandes cambios en Cuba, al menos a corto plazo. Con una brutal represión y una oposición interna que el castrismo se encargó de dividir, la transición a la democracia se antoja una meta lejana. La desaparición del dictador más longevo de Iberoamérica pone a la disidencia en un momento difícil. Es verdad que hay multitud de opositores, pero hace falta una oposición cohesionada. Desde la muerte de Oswaldo Payá en 2012, no ha habido un líder que haya aglutinado la contestación popular dentro de Cuba. Mientras las Damas de Blanco se oponen al deshielo con EE UU y exigen la liberación de los presos, jóvenes como Yoani Sánchez hacen la guerra en solitario con un perfil mucho más reconocido fuera que dentro de la isla. La primera generación del exilio se extingue sin que sus descendientes hayan demostrado demasiado interés en volver a casa para reconquistar las libertades. Es más que comprensible que el miedo cunda entre los más críticos, sobre todo desde el aumento de la represión tras la visita de Obama. Por eso mismo, la suma de fuerzas es clave para que la voz de la oposición sea escuchada. Sólo desde la unidad podrá contribuir a la transformación de un régimen tirano que se resiste con uñas y dientes.