Resultados Elecciones Generales 2016

La nueva política coge los vicios de la vieja

La Razón
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Los partidos emergentes llegaron, según su relato, para regenerar la política, acabar con la desafección ciudadana y desterrar las prácticas nocivas de las siglas tradicionales. Explotaron la idea de que eran el soplo de aire fresco que los ciudadanos anhelaban como antítesis de lo que habían conocido desde una Transición, que alguno de ellos incluso denostaban. Pues han bastado unos meses para que el encanto de lo nuevo haya decaído. Los resultados del 26-J, que han supuesto un retroceso electoral para Podemos y Ciudadanos, y sobre todo un serio revés anímico para quienes habían tenido hasta la fecha el viento de cola, han dejado en evidencia las inconsistencias de sus discursos y han emborronado su imagen. Las desavenencias internas, incluso el cuestionamiento del liderazgo que llevan implícitas las críticas de Íñigo Errejón a la estrategia de convergencia con IU de Pablo Iglesias, no es algo nuevo en política. En realidad, es algo muy viejo. Tanto como que Pablo Echenique responda con una amenaza clásica de la izquierda: «Se extirparán las malas hierbas». Igual que Ciudadanos, afectado de una miopía política sorprendente. Albert Boadella lo expresó bien. Dijo que el emperramiento de Rivera con Rajoy había dado muchos votos al PP. Y es que el sectarismo tampoco es nuevo. Morados y naranjas han sufrido una ducha fría de realidad cuando menos lo esperaban y su reacción ha estado lejos de lo que nos habían vendido.