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La opción que necesita España

La Razón
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El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, es el candidato que ha ganado las elecciones generales, evidencia que nadie debería pasar por alto a la hora de analizar su respuesta política ante la inversión de los hechos que supone la exigencia, por parte de una oposición excluyente, de que facilite la investidura a la presidencia del Gobierno a un candidato que no sólo ha obtenido menos votos que él sino que, además, ha hecho gala de un comportamiento ideológico sectario hacia el Partido Popular y sus votantes. Por ello, como también expresó Mariano Rajoy con claridad meridiana ante la distinguida y numerosa representación de la sociedad española que le acompañó en el acto de «LA RAZÓN de...», celebrado ayer en nuestra casa, sería un error grave, difícilmente asumible por los militantes y simpatizantes populares, colaborar en una operación política descabellada como la que plantea el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos. Sería además, añadimos nosotros, tanto como reconocer una ilegitimidad de origen en la formación que representa al centro derecha español, a la que se piden sus votos, al tiempo que se le niega el pan y la sal con argumentos meramente demagógicos. Asimismo, no es posible dejar pasar sin advertirlo el ejercicio de hipocresía que supone apelar a los intereses superiores de la nación por parte de quienes parecen actuar desde la supervivencia personal. No. Tanto la situación económica y política de España –inmersa en el esfuerzo por culminar la recuperación de la crisis y bajo el serio desafío del separatismo catalán– como la elemental lógica democrática aconsejaban, una vez constatada la fragmentación parlamentaria surgida de las urnas, la formación de un Gobierno de amplio espectro entre las tres fuerzas electorales que compartían el mismo concepto constitucional del Estado y una visión similar de la construcción europea y de la inclusión de España en las economías de libre mercado. Un Gobierno, como se había hecho hasta ahora en España, presidido por el partido vencedor. Fue la propuesta sensata de Mariano Rajoy –todavía lo es, como reiteró en su intervención de ayer– recibida por parte del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y por parte –no conviene olvidarlo– del Comité Federal socialista en su conjunto, con un desprecio al que no le faltó, ni siquiera, la innecesaria agresividad dialéctica, como equiparar al PP con los proetarras de Bildu. Son, evidentemente, razones de peso que, por sí solas, justificarían una negativa, pero que no deberían ensombrecer lo que verdaderamente importa en la posición de Mariano Rajoy ante el futuro de España. Porque, como señaló el presidente del Gobierno, detrás de su mano tendida hacia esas fuerzas que se presuponían confluyentes en lo esencial se encuentra un proyecto político distinto y mejor, incluyente, que dotaría de estabilidad al Ejecutivo y que sigue las líneas de colaboración muy habituales en Europa. Más aún cuando, a lo largo de esta comedia de enredo, por utilizar la gráfica expresión de Rajoy, que hemos vivido tras las elecciones, parecen haber quedado en un segundo plano las cuestiones que realmente importan a los ciudadanos, tapadas por la avalancha de grandes términos –regeneración, reforma constitucional, nueva transición, nueva institucionalidad, etcétera– tan vacías de contenido como virtualidad técnica. Sí, lo que de verdad está en juego son los objetivos que ayer fijó el presidente del Gobierno: creación de empleo y consolidación del Estado de Bienestar, que no es posible desvincular de las tasas de crecimiento; defensa de la unidad de España y de la soberanía nacional, lucha contra el terrorismo y lucha contra la corrupción. No podemos estar más de acuerdo, pero es una postura que nace desde la convicción de que la propuesta del Partido Popular es la que mejor sirve a los intereses generales de los ciudadanos. Porque LA RAZÓN, como hemos demostrado a lo largo de nuestra trayectoria, no es un periódico de partido. Somos un periódico que defiende valores y convicciones sin otras ataduras que las propias que nos impone nuestra vocación de servicio a los grandes principios constitucionales, a los valores cristianos y a la visión de una economía de libre mercado, que es la única que trae prosperidad a la sociedad. Si desde esta posición de independencia, que no tiene que coincidir con la de partido alguno, apoyamos la elección de Mariano Rajoy es porque pensamos que sus propuestas son las que necesita la sociedad española y porque, pese a todas las carencias y errores que se quieran aducir, la acción política del actual presidente en funciones del Gobierno a lo largo de la legislatura ha sido eficaz, valiente y, sobre todo, la única que convenía a la difícil situación a la que nos había conducido la mayor crisis desde la posguerra. Es un hecho que Mariano Rajoy salvó a España del rescate y que sus políticas reformistas han creado las bases para acabar con muchas de las graves disfuncionalidades que aquejaban a la economía española. Hoy, España es más fuerte y está mejor preparada frente a los desafíos futuros. Es preciso seguir perseverando en el camino emprendido. Con un Gobierno cuanto más fuerte, mejor.