Represión en Venezuela

Leopoldo López no puede estar ni un día más en la cárcel

La Razón
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No ha habido sorpresas. Se cumplió el guión. La Corte de Apelaciones de Caracas ha emitido un veredicto en el último día hábil que tenía para responder –algo a lo que ya nos tiene acostumbrados el Gobierno de Maduro–, a la apelación planteada por la defensa de Leopoldo López. El opositor venezolano fue condenado en septiembre a 13 años y nueve meses de prisión por delitos asociados a una manifestación ocurrida en Caracas el 12 de febrero de 2014 y que luego se propagó durante tres meses en otras ciudades del país. Nadie dudaba que la Justicia venezolana, en manos de Nicolás Maduro, obraría como lo ha hecho. Sin embargo, no por esperado el mazazo a sus familiares, al movimiento opositor y a todos aquellos que anhelan la libertad en Venezuela es menor. Ahora el opositor deberá acudir a la Sala de Casación de Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la última instancia en materia penal para revisar su sentencia, una acción que sus defensores llevarán a cabo en los próximos días. Sin embargo, el desprecio chavista a la democracia, ese mismo desdén que llevó ayer a Nicolás Maduro a viajar a Cuba para «felicitar» los 90 años del más longevo dictador vivo del mundo, Fidel Castro, contrasta con el mensaje de fraternidad y entendimiento de la oposición venezolana. La misma que es mayoritaria en el Parlamento pero que es incapaz de ejercer su mayoría con libertad ante las censuras y obstáculos que, una y otra vez, le impone el régimen chavista. Un régimen que sabe que tiene fecha de caducidad por más que se empeñe en alargar su agonía. Frente a la imposición y al trágala de Maduro a todo su pueblo, resuenan en nuestros oídos las palabras de la esposa de López, Lilian Tintori, en su visita a LA RAZÓN, donde recibió justo premio a su entrega y constancia en favor de las libertades en su país: «Estamos dispuestos a perdonar. Esto cuesta decirlo, pero más cuesta sentirlo. Lo que tiene que pasar en Venezuela es el rescate de la democracia. Cuando hay democracia, las instituciones vuelven a ser autónomas. Cuando hay democracia, existe Estado de Derecho. Cuando hay democracia, hay Justicia. Cuando hay democracia, la Constitución se respeta». Unas palabras ante las que palidece la desastrosa gestión de Maduro, en la que, más allá de las cifras de alta inflación, de déficit exterior, asistimos a la queja de todo un pueblo: unos ciudadanos que no tienen lo más básico: ni alimentos, ni medicinas. Que por no tener no tienen ni electricidad en un país con unas riquezas naturales inmensas. La debacle que padece la Venezuela de Maduro ha hecho que ayer mismo la Organización de Estados Americanos (OEA) exigiese no demorar por más tiempo el referéndum revocatorio de Maduro. Éste, de manera torticera, juega sus cartas. Los opositores han denunciado que el Gobierno quiere retrasar el referendo para que se celebre después del 10 de enero de 2017, cuando comienza el cuarto año del mandato de Maduro. Si la consulta se efectúa después de esa fecha y Maduro es revocado del cargo, no se convocarán elecciones, como quiere la oposición, sino que lo reemplazará su vicepresidente. El laberinto económico y político venezolano se mantiene. Para Leopoldo López convertido además en un laberinto procesal al albur de los jueces chavistas. El enésimo ejemplo de prevaricación en una nación que ve a sus héroes tras los barrotes y a sus tiranos de compadreo con otros dictadores que son más historia que presente.