Elecciones generales

Los españoles piden una campaña electoral contenida y austera

La Razón
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Varios representantes de los partidos políticos minoritarios que ayer acudieron a despachar consultas con Su Majestad en La Zarzuela destacan la especial receptividad del Rey ante las propuestas de reducir al máximo posible los gastos y la intensidad de la próxima campaña electoral. Aunque todavía no es posible descartar un acuerdo «in extremis» entre el PSOE y Podemos, con apoyo de los separatistas, para investir al secretario general socialista, Pedro Sánchez, lo cierto es que lo inevitable de una repetición de las elecciones generales ya se ha instalado en el ánimo de todos y sería del todo lógico que el jefe del Estado recomendara moderación a los líderes políticos ante una situación inédita en la democracia española, en la que no se debe minusvalorar el riesgo de mayor crispación social si la campaña en puertas se reduce, como parece probable, a un agrio y simplista intercambio de acusaciones mutuas sobre la responsabilidad del fracaso. Por otra parte, como es evidente que la frustración de esta XIª Legislatura ya ha tenido un alto coste para todos los españoles –cuya magnitud no admite cuenta exacta porque habría que incluir las inversiones y los puestos de trabajo perdidos por tantos meses de parálisis política–, es del todo legítimo exigir a los partidos un compromiso de contención. Lo ideal, como ya hemos señalado en previa nota editorial, sería acortar el tiempo de la campaña, pero eso no es posible sin una reforma de la ley electoral, del todo imposible en las actuales circunstancias. Queda, pues, encomendado a la sensibilidad de los distintos candidatos cuál es el tono que quieren imprimir a la campaña y el respeto que se otorga a una ciudadanía a la que se vuelve a convocar a las urnas porque sus representantes electos han sido incapaces de conformar un Gobierno. Y aunque debe quedar constancia de que no alcanza a todos los líderes la misma responsabilidad en el fracaso, sí les toca en igual medida la tarea de restituir el clima de serenidad política y respeto mutuo que exige cualquier confrontación democrática. Nada puede desmovilizar más al electorado que una campaña que repita la crispación de la anterior o que prolongue la manipulación del Congreso como caja de resonancia de la propaganda partidista.

Pero si el tiempo está tasado, sí es perfectamente posible que el Gobierno en funciones establezca medidas para la reducción de los gastos que acarrearán tanto la nueva campaña como la constitución de las Cámaras resultantes. Por ejemplo, sobre los 130 millones de euros que supondrá el gasto de organización y logística, se puede operar reduciendo al máximo el buzoneo de propaganda y papeletas, que se lleva la parte del león en el presupuesto. Con respecto a la constitución de las Cámaras, se debería reducir la cuantía de las subvenciones que se otorgan a los partidos políticos por escaño ganado y número de votos obtenidos. En esta frustrada legislatura, ya se han desembolsado 42 millones de euros por estos conceptos, dinero público al que hay que sumar otros 14 millones de euros en sueldos y gastos de los diputados y senadores. Cuando menos, los ciudadanos están en su derecho de exigir esos gestos a su clase política, por muy poco que significara el ahorro final. En definitiva, contención, moderación, serenidad y respeto mutuo como mejores garantías de futuro.