Guerra en Siria

No se puede permitir otro drama en Mosul

La Razón
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La coalición internacional afronta la batalla por la ciudad iraquí de Mosul con mucha seguridad en su triunfo, pero conviene no minusvalorar los enormes retos que plantea tanto el día después de la victoria como durante la propia contienda. Es cierto que la superioridad numérica de las fuerzas que participan en la ofensiva, unos 25.000 efectivos, es aplastante frente a los 6.000 yihadistas que aún resisten en el mayor núcleo urbano bajo poder del Estado Islámico (EI). Sin embargo, hay que tener muy presente al millón de civiles que corren el riesgo de ser empleados como escudos humanos y el enorme peligro que supone para ellos el uso de armamento químico por parte de los terroristas. Garantizar su seguridad y la de los miles de desplazados que comienzan a huir de Mosul debe ser una prioridad si no queremos repetir la dramática situación humanitaria de Alepo. La caída de Mosul va a significar además el final de una de las principales fuentes de financiación del EI, lo que puede traducirse en una vuelta a métodos como la extorsión o el secuestro al estilo de Al Qaeda. El Califato islámico proclamado hace dos años continúa menguando, pero la pérdida de territorio puede conllevar un aumento de los atentados en suelo europeo. Los terroristas no van a rendirse tan fácilmente y debemos estar preparados.