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Penoso uso político de la tragedia de Barcelona

La Razón
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La noticia fue una: Younes Abauyaaqoub, autor material de la masacre de Barcelona, fue abatido ayer en un control policial. De esta manera queda neutralizado el comando yihadista que, desde el pasado jueves, mantiene en alerta a la Ciudad Condal y al resto de España. La presentación de esta operación corrió a cargo del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que pudo haber ofrecido los datos con sentido de Estado y algo más de lealtad. No lo hizo porque los líderes independentistas no quieren dejar pasar la oportunidad de mostrar ante el mundo que en breve Cataluña será un nuevo Estado. Decir, como dijo, que dicho éxito se debe a que las competencias estatutarias sobre seguridad eran necesarias, está fuera de lugar y se sitúa en un aprovechamiento político inaceptable. ¿A qué viene decir después de esta masacre que gracias a las competencias por las que tanto ha luchado la Generalitat somos más seguros? No ha lugar sobreactuar sobre los éxitos policiales cuando ha habido evidentes fallos de información y análisis sobre la explosión de Alcanar –seis meses preparando un atentado y acumulando centenares de botellas de butano–, pero ahora no es el momento. Por último, los líos lingüísticos propiciados por Puigdemont sólo demuestran una obsesión sobre la utilización de la lengua por encima de la claridad comunicativa. Esperemos que los disparates no perjudiquen la unidad de cara a la manifestación del sábado.