Día de las Fuerzas Armadas

Podemos no debe usurpar a los militares el día de Fuerzas Armadas

La Razón
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La biografía profesional del ex teniente general Julio Rodríguez, actual candidato de Podemos por la circunscripción de Almería, revela que es un hombre que se acostumbró a nadar entre contradicciones. Estricto antifranquista y promotor entregado de la Ley de Memoria Histórica, ingresó en el Ejército del Aire en 1969, cuando Francisco Franco era el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, y aunque simpatizaba con la UMD (Unión de Militares Democrátas), fundada en las postrimerías del régimen, se cuidó mucho de tomar cualquier decisión que pusiera en peligro una prometedora y, a la postre, brillante carrera. De ahí que su actual militancia en un partido como el que preside Pablo Iglesias pueda considerarse la deseada conjunción final entre el personaje y su ideología, una vez superada la larga etapa laboral. Ayer, en el programa «Los desayunos de TVE», el ex general se declaró contrario a la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, por entenderlo como un sucedáneo del Desfile de la Victoria con el que el franquismo conmemoraba el triunfo en la Guerra Civil, y propuso, en su lugar, potenciar la presencia de los Ejércitos en el día de la Fiesta Nacional. Parte Julio Rodríguez de un equívoco, puesto que el 12 de octubre el acto central de la jornada festiva es, precisamente, el desfile militar en la capital de España presidido por los Reyes y al que asisten los representantes de los tres poderes del Estado, mientras que las celebraciones del Día de las Fuerzas Armadas tienen un carácter más festivo y de acercamiento entre los Ejércitos y la sociedad civil a la que sirven. Es el momento, al menos desde 1987, en el que se abren las puertas de los cuarteles y recintos militares, y se disponen por todo el territorio nacional exposiciones, conciertos y otros actos culturales, siempre bien recibidos por la mayoría de una sociedad que, no lo olvidemos, considera a las Fuerzas Armadas como una de las instituciones más valoradas y prestigiadas. Es el fruto, bien ganado, de décadas de hacer bien las cosas, de desempeñar con disciplina y convicción el papel que le atribuye la Constitución en defensa de España y de sus libertades democráticas. Hoy, los militares son un ejemplo y no está de más que la Nación les dedique un día al año. Nada, por supuesto, tenemos contra la propuesta del candidato de Podemos de que se refuerce la presencia de los soldados de España en la Fiesta Nacional –de hecho así ha sido desde 1997–, pero para creer en la viabilidad de la propuesta lo lógico es que antes se pusiera de acuerdo con su jefe de filas, Pablo Iglesias, quien, como se recordará, declinó su asistencia a las celebraciones de 2015 –como también hicieron los entonces presidentes autonómicos Artur Mas, Iñigo Urkullo y Uxue Barcos– y cree que debería elegirse otra fecha distinta de la que conmenora el Decubrimiento de América. De hecho, entre los seguidores de Podemos hay personajes que tildan el día de la Hispanidad de «conmemoración de un genocidio». Éste es un asunto –junto con nuestra pertenencia a la OTAN, el reglamento interno de las FAS, el sistema de recluta y el modelo presupuestario– sobre el que Julio Rodríguez debería pronunciarse con claridad. Si bien no es extraña la presencia de un militar en una coalición de izquierda radical en la que participa el Partido Comunista, dada la tradición militarista de la ideología que representa, sí es exigible que explique su modelo de Defensa.