PSOE

Propuesta de unidad para el PSOE

La Razón
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El PSOE más reconocible por el conjunto de los ciudadanos, el que fue protagonista destacado de la Transición y, con sus errores y aciertos, contribuyó a la consolidación de la democracia española, el PSOE que, parafraseando al candidato Pedro Sánchez, ganaba elecciones en el siglo XX y, también, en el XXI, demostró ayer en Madrid su inequívoco respaldo a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, para que lidere al partido y recupere la centralidad perdida. Sin duda, asistimos ayer en el pabellón de IFEMA a una demostración de fuerza de la candidata, más significativa, si cabe, porque arropándola no sólo estaban los principales representantes de las clásicas tendencias del socialismo español –de Felipe González a Alfonso Guerra–, sino otros líderes de nuevo cuño, como Estela Goicoechea, y varios de los principales dirigentes de una federación «díscola», como es la catalana, que sus rivales en las primarias consideraban ganada de antemano. Se podrá argüir, aunque sólo sea a efectos dialécticos, que tal demostración de músculo por parte del aparato del Partido Socialista demuestra el recelo que provoca la principal candidatura rival, la del ex secretario general Pedro Sánchez, entre la vieja guardia socialista. Es cierto, y nadie debería ocultarlo, que un amplio sector de los militantes de base parece seducido por un radicalismo sobrevenido, que tiene mucho de mimesis con el populismo que representa Podemos, pero se trata de los mismos militantes que, en las encuestas, se declaran mayoritariamente convencidos de que Susana Díaz es la única candidata con posibilidades de derrotar al Partido Popular y a Mariano Rajoy en unas próximas elecciones. Si la campaña de la presidenta andaluza es capaz de aprovechar esta corriente de opinión, desde el convencimiento de que es necesario oponer el rigor al mero posibilismo utópico, es muy probable que mucho de los que hoy piensan votar por Pedro Sánchez se decanten por la izquierda más equilibrada que representa la moderna socialdemocracia. De hecho, en el discurso de la radicalidad y del populismo, deslegitimador del adversario político y que llevó al absurdo del «no es no», hay que buscar la causa de los malos datos electorales de Pedro Sánchez, que, con los 85 escaños conseguidos en junio de 2016, ha llevado al PSOE a su peor resultado desde la recuperación de la democracia en España. Si ya en plena crisis económica, la reacción de los antiguos votantes socialistas al extremismo de Sánchez fue darle la espalda, en un momento de consolidación de la economía y de crecimiento del mercado de trabajo es fácil pronosticar una mayor caída de las expectativas de voto socialista. En este sentido, Susana Díaz no sólo parte de la experiencia de gobernar en momentos de dificultad, sino de haberse mantenido dentro de la ortodoxia del centro izquierda, sin caer en aventurerismos populistas. Pero, en cualquier caso, el proceso de las primarias socialistas, con una campaña excesivamente larga, corre el riesgo de aumentar la fractura interna del PSOE, hasta hacerla insalvable. Por ello, el reto al que se enfrenta Susana Díaz no es tanto ganar la Secretaría General de su partido, sino gestionar el día después de manera que se recuperen los consensos básicos del PSOE en toda la militancia. De cómo se lleve a cabo la campaña por parte de los tres candidatos, evitando en lo posible sobrepasar los términos de una pugna en la que no faltarán momentos de tensión, va a depender en buena parte que el principal partido de la izquierda española salga del proceso interno de una sola pieza.