Reforma constitucional

Sánchez «podemiza» su programa y pone en grave riesgo al psoe

La Razón
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A medida que se acerca la cita electoral, se hace cada vez más evidente que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no confía en otra opción para llegar a La Moncloa que un acuerdo con Podemos. Al menos, es lo que se desprende del contenido de su publicitado «compromiso para un Sí al gobierno del Cambio», que significa, pura y simplemente, apostatar del acuerdo de investidura que firmó con el partido de Albert Rivera en la fallida legislatura. Así, la nueva «hoja de ruta» deviene en una confluencia con las posiciones políticas de Pablo Iglesias y, desde luego, significa la radicalización de un partido que se define como socialdemócrata. Otra cuestión es si ese cambio de postura servirá para recuperar los apoyos electorales perdidos por su izquierda o, por el contrario, alejará a los votantes socialistas más moderados. La experiencia dicta que, a igualdad de programas, los electores prefieren la autenticidad a los sucedáneos. Con el problema añadido de que es cada vez más difícil sustraerse a la sensación de que el Partido Socialista ha caído en la esquizofrenia, con unos dirigentes que dedican toda su artillería gruesa contra el supuesto populismo de Podemos y sus aliados comunistas mientras se multiplican los guiños de complicidad hacia Pablo Iglesias. En efecto, sólo así pueden interpretarse las declaraciones apaciguadoras como la del ex ministro José Borrell –que reconoce paladinamente que Pedro Sánchez está dispuesto a llegar a un acuerdo de gobierno con Podemos y que defiende que entre los seguidores de Pablo Iglesias debe haber gente con capacidad y mérito suficientes para sentarse a la mesa del Consejo de Ministros– o la participación del líder del PSC, Miquel Iceta, en una manifestación convocada por el nacionalismo catalán contra el Tribunal Constitucional, como si la última «línea roja» impuesta por el Comité Federal del PSOE, el rechazo a la celebración de referendos independentistas, pudiera sortearse con alguna fórmula imaginativa. Por lo pronto, del «compromiso» hecho público ayer se desprende la entrega con armas y bagajes a las exigencias que había formulado Podemos en materia fiscal y de políticas sociales. El candidato socialista se compromete a derogar de inmediato la reforma laboral, sin las prevenciones que constaban en su acuerdo con Albert Rivera, y a aprobar una reforma fiscal que supondrá incrementar los impuestos a la creación de riqueza, amén de crear un tributo extra para sufragar las pensiones, que se hará recaer sobre las rentas más altas. Exactamente, la misma política que sólo consigue debilitar el mercado de trabajo y, en consecuencia, la reducción de los ingresos fiscales. Sánchez «podemiza» su programa social con la promesa de una legislación antidesahucios que pone en riesgo el mercado hipotecario y que se contradice con la legislación que aprobó el último Gobierno socialista, además de hacer propias las propuestas de Podemos de incrementa sustancialmente el salario mínimo y aprobar una ley de pobreza energética con cargo a los Presupuestos, en lugar de operar sobre la racionalización de la generación eléctrica. Es un cambio hacia la radicalidad que, entre otras cuestiones, dejará fuera de juego a Ciudadanos en unas futuras negociaciones pero que, fundamentalmente, supone caer en los mismos errores populistas que acaban por no generar más que paro y déficit. Con el riesgo añadido de legitimar al gran rival de los socialistas en la lucha por la hegemonía de la izquierda española.