China

Segundo rescate griego

Es evidente que el tono empleado por los representantes griegos en las intensas reuniones del Eurogrupo no ha gustado y, sobre todo, ha quitado credibilidad a la palabra del ministro de Finanzas de Grecia, Fanis Varufakis. De ahí la posición de Alemania, que, en un principio, rechazó la propuesta de prorrogar seis meses la ayuda financiera si no hay por parte del Gobierno de Tsipras un mayor compromiso con los acuerdos europeos. Durante estas dos últimas semanas, Grecia no ha dado muestras de llegar a un pacto viable con la UE, en el convencimiento de que su salida del euro no beneficia a nadie y dejaría seriamente herido el proyecto europeo. El Gobierno izquierdista de Syriza ha jugado sus cartas: ha buscado aliados en Europa, o por lo menos ha buscado países comprensivos con sus posturas (Francia e Italia, especialmente), e incluso ha extendido la idea de que con ellos la austeridad ha llegado a su fin, pero el tiempo se agota: el próximo día 28 vence el programa de rescate griego y Grecia podría quedarse sin fondos para pagar sus deudas. Desde 2010, el país heleno ha sido apoyado con un programa de 240.000 millones de euros, pero ante el vencimiento de éste y su propuesta de prorrogar seis meses la ayuda financiera, no ha hecho amago de presentar un programa de reformas creíble. Ése es el verdadero problema. De ahí que Alemania, a través de su titular de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dude de la palabra del Gobierno griego y exija compromiso y claridad sobre cómo pagará algunos programas sociales que considera ineludibles. La gesticulación política de Tsipras en torno a sellar alianzas con China y abrir vías de financiación con el gigante asiático sólo puede entenderse como una forma de presión, pero impropia de un país que forma parte de la UE, la cual ha salido en su ayuda cuando lo ha necesitado. Angela Merkel, que se reunió ayer con Hollande, se ha comprometido a seguir trabajando para que Grecia continúe en la zona euro y ha negado cualquier otro escenario. Sin embargo, la canciller alemana persiste en lo esencial de esta crisis: el nuevo Gobierno heleno debe acometer reformas importantes, especialmente la laboral y la fiscal, que asegure unos ingresos fijos al Estado, algo de lo que éste carece. La carta enviada por Varufakis, en la que se comprometía a completar el programa actual, aceptar la supervisión de la troika y no poner en marcha políticas que pongan en peligro las metas fiscales y la estabilidad financiera, fue recibida como un primer paso positivo, pero es necesaria una mayor concreción. En estos momentos, sólo cabe conseguir un compromiso fiable por parte del Gobierno de Tsipras si se quiere la prórroga del rescate sea efectiva. Apuradas hasta el findal las negociaciones del Eurogrupo, Grecia ha aceptado la prórroga del rescate en las mismas condiciones.