Podemos

Sólo puede quedar un Podemos

La Razón
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De la atenta lectura de las dos propuestas programáticas que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón llevarán a discusión en el próximo Congreso de Podemos se desprende una primera conclusión: sólo uno de los dos proyectos de partido quedará en pie. La razón es que no estamos ante dos estrategias que divergen en el método para llegar a un fin, sino ante dos modelos de izquierda que ya se han confrontado anteriormente y que, al menos en los países de tradición parlamentaria democrática, siempre ha conducido a la derrota de quienes se vinculan al marxismo, que, en este caso, se correspondería con la facción que lidera el secretario general podemita, Pablo Iglesias. Podría decirse que para llegar al mismo punto de partida de la Transición, con la pugna entre el PCE y el PSOE, no hacía falta emprender el viaje, pero lo cierto es que los mensajes de ambos contendientes van dirigidos principalmente a un sector de la población nacida y educada en plena democracia, ajena por biografía a la conmoción que supuso la caída del Muro de Berlín y al que muchos de los viejos conceptos que manejan los ideólogos de Podemos les resultan nuevos. Pero, incluso, parapetados detrás de esa «ingeniería lingüística» que revoca la fachada de siempre, es fácil advertir las sempiternas pulsiones internas de las corrientes de izquierdas. El propio Íñigo Errejón no oculta que detrás del fracaso de la investidura del ex secretario general socialista Pedro Sánchez, en diciembre de 2015, se encuentra una de esas obsesiones: «Cobrarse las deudas pendientes de una parte de la vieja izquierda». Es decir, la añorada destrucción del PSOE por parte de los comunistas españoles. La conclusión del número dos de Podemos es diáfana: el ataque sectario a los socialistas –la célebre «cal viva» de Iglesias– sólo ha conseguido reforzar al sector «inmovilista» del PSOE para que cerrara la puerta a cualquier pacto con Podemos. Sin duda, Errejón obvia la trayectoria socialdemócrata del socialismo español y las posiciones de centroizquierda de la mayoría de los votantes del PSOE a la hora de explicar el fracaso del pacto de investidura de Pedro Sánchez, pero acierta al señalar en el extremismo de salón de su compañero Iglesias el desencuentro con los socialistas. Ahora bien, si seguimos el razonamiento del líder de la corriente crítica a la línea oficial, se puede llegar a pensar que, de vencer Errejón, Podemos acabaría por desdibujarse en un partido socialdemócrata más, institucionalizado y convencido de que sólo desde el trabajo parlamentario se pueden condicionar los cambios políticos, económicos y sociales. O lo que es lo mismo, se repetiría el proceso de absorción de la izquierda más radical por parte del PSOE, que ya vivimos en la Transición. De ahí que el enfrentamiento con el sector oficialista del Pablo Iglesias – a quien, por otra parte, se intenta limitar sus poderes, tanto desde los errejonistas como del sector anticapitalista del partido– no puede acabar en tablas o en reconciliación, por más que abunden los cantos de sirena de la confraternidad. Iglesias, en efecto, plantea un modelo de izquierda radical sin complejos, tal vez, porque está convencido de que nunca más se presentará una oportunidad como la actual de derrotar a la socialdemocracia y hacerse con la parte sustancial de sus votos. Otra cuestión es que la estrategia propuesta por el líder de Podemos de una oposición en doble pinza –en el Congreso y en las calles– funcione cuando la economía crece, mejora el mercado laboral y, es de esperar, las clases medias españolas recuperen el poder adquisitivo.