Conciliación

Compromiso y gratitud con las familias

Compromiso y gratitud con las familias
Compromiso y gratitud con las familiaslarazon

Todos los días del año tenemos mucho que agradecer a las familias. Por eso, lo menos que podemos hacer es dedicar una jornada al año, el Día Internacional de la Familia, a expresar nuestro agradecimiento en forma de compromiso de presente y de futuro. Un agradecimiento que en España es unánime, pues la familia es la institución social más importante y mejor valorada por los españoles. Lo confirma el CIS año a año y lo sabemos todos por experiencia vital. Es un agradecimiento que no debe olvidar el excepcional papel que jugaron las familias en los peores años de la crisis para amortiguar las tremendas dificultades que tantas personas atravesaron al perder su empleo, y para dar ánimo y apoyo a muchos jóvenes que tardaron en encontrar su primera oportunidad laboral. Porque la familia despliega una función de solidaridad entre personas y generaciones imprescindible para la cohesión y la sostenibilidad social. Y es en el seno de la familia donde descansa la tarea educativa esencial para la configuración de una sociedad equilibrada.

La familia es la mejor escuela de valores, es el más potente vehículo de transmisión cultural y el agente más eficaz para la cohesión y protección de las personas en nuestra sociedad. Su papel es inmejorable y, casi siempre, insustituible. Pero, precisamente por eso, los poderes públicos tenemos la obligación de reforzar esas tareas y de cuidarlas especialmente en los entornos más vulnerables: allí donde la familia no es capaz de llegar. Y, en todos los casos, debemos reforzar su protección económica y su reconocimiento social para que las familias sean un eje básico de nuestra política social.

El compromiso de mi Gobierno con la institución familiar es bien conocido, incluso en los años peores de la crisis. Un compromiso que en estos años se ha traducido en medidas concretas, como la decisión de no congelar las pensiones sino trabajar por su sostenibilidad, o como los programas dirigidos a los parados de larga duración con familiares a su cargo. Creo, en efecto, que el apoyo a la familia debe ser integral y debe pensar también en su poder adquisitivo. Y en esta línea también han ido medidas como la rebaja de la carga fiscal a las familias y el nuevo complemento en la pensión para las madres trabajadoras, que ya reciben más de 200.000 mujeres y es un acto de reconocimiento y de justicia.

Nuestro compromiso con las familias se dirige especialmente a las más vulnerables. Por eso hemos puesto en marcha acciones como la protección de los deudores hipotecarios, la prohibición del corte del suministro eléctrico, la suspensión de los lanzamientos, y la garantía asistencial y de acceso a los medicamentos para los parados de larga duración, entre otras medidas que buscan amparar a las familias en situación de vulnerabilidad.

Afortunadamente, gracias al esfuerzo de todos, la situación de España es hoy mucho mejor que en los últimos años y, si perseveramos, será aún mejor en los próximos años. La reducción del paro y la incipiente mejora de los indicadores de riesgo de pobreza y desigualdad –cuyos niveles llevan dos años reduciéndose– son indicadores que nos animan a seguir trabajando para mejorar el futuro de los españoles. Hemos superado la peor crisis de nuestra historia reciente pero queda mucho por hacer. Por eso es tan importante no equivocar las prioridades, y seguir impulsando el crecimiento económico y el empleo, que son la base del bienestar de las familias, y la mejor garantía para mantener y mejorar los servicios públicos.

Este y no otro es el propósito que busca cumplir el proyecto de Presupuestos Generales del Estado ahora a debate en el Congreso de los Diputados. Son unos Presupuestos para la recuperación, para el empleo y para la solidaridad que espero todos seamos capaces de sacar adelante. Pero la urgencia del trabajo diario para que España siga a la cabeza de Europa en crecimiento, creación de empleo y disminución del paro no es excusa para no atender los retos de largo plazo que afronta nuestra sociedad y que tienen su centro de gravedad en la familia.

Ese reto de largo plazo no es otro que el desafío demográfico. Es un reto en el que conviven buenas y malas noticias que, en todo caso, son hechos incontestables: vivimos más años; nacen menos niños, tenemos los hijos más tarde; disminuye el tamaño de las familias; hay más hogares monoparentales, y más personas mayores viviendo solas. Todos estos datos innegables no sólo buscan respuesta en las familias sino también –especialmente– en los poderes públicos. Y tenemos otros retos, como son el envejecimiento y despoblación en ciertas zonas de España y el impacto en otras de una creciente población flotante.

Estas tendencias demográficas continuarán en las próximas décadas e incluso se acentuarán, por lo que debemos actuar desde ahora para prever las necesidades que esos cambios van a exigir. Los cambios demográficos no son transitorios, demandan respuestas eficaces y afectan al corazón de nuestro sistema de bienestar social.

Habrá que dar también respuesta, desde los poderes públicos y desde la sociedad, a los cambios en las estructuras familiares como consecuencia de la plena incorporación de la mujer al mercado de trabajo, prestar especial atención al mundo rural para frenar los procesos de despoblación, y ofrecer oportunidades de formación y de empleo a los jóvenes para que puedan emanciparse y poner en marcha su propio proyecto de vida y formar una familia cuando y como lo deseen. Y, por supuesto, debemos seguir fomentando la corresponsabilidad en la crianza de los hijos y la conciliación entre trabajo y familia con medidas orientadas a mejorar la flexibilidad en el empleo y unos horarios más racionales, porque uno de los valores que se adquieren en el seno de la familia es el de la responsabilidad compartida.

Todas estas cuestiones están en el debate público. Por eso creo que necesitamos hacer un buen diagnóstico de la situación como paso previo a la identificación de las mejores medidas y propuestas. En este sentido, en la última Conferencia de Presidentes acordamos poner en marcha una Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico, y se ha creado en el Senado una Comisión especial para analizar este fenómeno en profundidad. Asimismo, contaremos con los trabajos del Foro de Regiones españolas con Desafíos Demográficos y con las aportaciones que realicen las distintas administraciones implicadas. Y, por supuesto, compartiremos nuestras reflexiones con nuestros socios europeos pues el reto demográfico afecta a toda Europa. Si somos capaces de responder a este gran desafío con inteligencia, diálogo y el necesario consenso, buscando en todo momento el bien común, estaremos cumpliendo nuestro compromiso con las familias españolas, a las que deseo un muy feliz día.