Historia

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El origen euroasiático de Rusia

La Razón
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Entre los siglos XIII y XV fue tomando posibilidad un Estado nacional ruso, en una región sin nombre, a gran distancia de las grandes regiones de interés para la política mundial, mientras los príncipes rusos en el territorio boscoso entre los ríos Dniéper y Volga trataban de conseguir algún provecho. Consiguieron de los príncipes guerreros que provenientes del escudo escandinavo de los navegantes –wiking– se dedicaban al saqueo de las costas norteñas de Europa, cuando los «varegos» decidieron probar fortuna abriendo nuevas rutas terrestres hacia el sur, siguiendo el curso del Volga desde los puertos del Báltico hacia el Mar Negro y el Imperio bizantino.

De este modo, en el siglo IX fundaron el Estado de Kiev. Una fundación costosa pero a medio camino del Imperio bizantino con todas sus riquezas, los mercados y las altas instituciones jurídicas, teológicas y militares y la base de otro pueblo extraordinariamente duro, potente y correoso, que era el pueblo eslavo. Los «varegos» atravesaron en su largo recorrido regiones boscosas, donde encontraron artículos comerciales como ámbar, miel, pieles, madera y cera. La capital, Kiev, se convirtió en la sede de una dinastía euroasiática, que se diferenciaba del campesinado eslavo de los territorios de alrededor, así como de los artesanos que llegaban en oleadas, atraídos a la nueva ciudad levantada en las orillas del río Dniéper. A los príncipes de Kiev se les denominó Rurikidas, es decir, hijos de Rurik. La joya de la corona fue Kiev, que se repartieron los príncipes vikingos, que practicaban la sucesión lateral. El gobierno fragmentario de «protectores» permitía alcanzar el poder único y el establecimiento de una religión de Estado. El más importante de sus monarcas fue Vladimir (980-1015), que levantó un panteón de dioses nórdicos, fineses, eslavos e iranianos, en una colina de Kiev. La religión monoteísta fue la elegida. Tras desechar el judaísmo por considerarlo religión de un pueblo derrotado, la musulmana, por su prohibición de alcohol. Finalmente, prevalecieron razones de Estado y Vladimir se deshizo de sus concubinas y se casó con la hermana del emperador de Bizancio, convirtiéndose al cristianismo oriental.

Esto originó un cambio radical en Kiev y otras ciudades del norte: Nóvgorod, Suzdal o Vladimir. Se impuso, sin embargo, la condición comercial de Kiev y no dudaron en aliarse con nómadas y saqueadores esteparios, creando una serie de enclaves estratégicos, lo que produjo que los mongoles comenzaran sus campañas y devastaciones por los territorios. En 1240 todos los principados fueron derrotados por los mongoles y tras largo asedio cayó la ciudad de Kiev. La conquista mongola puso punto final al proyecto de Kiev de ostentar un poder imperial en los territorios y, es la marca un nuevo pensamiento imperial. En 1242 el jefe mongol Batu, nieto de Gengis Kan, regresó a su territorio de origen con sus ejércitos para la elección de un gran Kan, los supervivientes de la guerra mongola.

La elección fue rápida; los suecos varegos regresaron a sus principados y continuaron su trabajo: la guerra y el comercio. Alexandre Nevski, que había sobrevivido a los mongoles, era señor de una ciudad norteña, Nóvgorod, donde había impedido que los suecos se apoderaran de las rutas del Báltico y también habían resistido el asalto de los caballeros teutones. Pero poco después de 1242, los mongoles regresaron bajo denominación de Kanato Cumano, y con posterioridad Horda de Oro, que gobernaron desde 1243 hasta finales del siglo XIV, denominando Kiev, Vladimir y las rutas del Volga y el Dniéper y el proyecto de dominar las líneas comerciales. No se interesaron tanto por el dominio de las regiones boscosas en los límites del Kanato. Los mongoles impusieron su severo mandato; los príncipes que no les prestaban vasallaje eran ejecutados por los kanes mongoles pertenecientes al linaje de Gengis Kan, aliados a los príncipes Rurikidas, que les habían prestado vasallaje.

El poder mongol se impuso en lo político y económico, mientras en lo religioso los mongoles respetaron al clero ortodoxo, de modo que éstos conectaron tres sistemas neo-imperiales: de los Rurik vikingos procedía la legitimidad del príncipe en cuanto miembro de una dinastía real; de los bizantinos una versión muy práctica del cristianismo de Oriente y, en fin, de las estepas mongólicas, el sistema de administrar una población dispersa, pertenecientes a distintas culturas, a vivir a sus expensas. Los que no quisieron adaptarse a esta trilogía funcional emigraron primero a Nóvgorod, donde los protegió Nevski, y más adelante a Moscú, donde el hijo de Nevski, Danil, fue nombrado príncipe de Moscú por el Kan mongol.