Cristianismo

Iberia marinera

La Razón
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En la España cristiana occidental, a partir del siglo XII, se fue precisando la estructura territorial y política. En 1137, sobre la unión catalano-aragonesa, se constituyó la Corona de Aragón. En el año 1143, en tierras de Portugal, Alonso Henriques tomaba el título de Rey y rompía con León. En 1233 se producía la unión definitiva de Castilla y León. En 1212, en las Navas de Tolosa, el Islam conocía su derrota irreparable. Los territorios conquistados durante los cincuenta años siguientes se repoblaron con gentes venidas del Norte peninsular, al tiempo que la población cristiana se multiplicaba en un siglo –entre 1240 y 1340–, con un considerable excedente de nacimientos. La Reconquista benefició especialmente a la España atlántica; Portugal, por anexión de la zona entre el Tajo y el Algarve, añadió 55.000 kilómetros cuadrados; Aragón, entre 1229 y 1250, aumentó su territorio en 21.000 kilómetros cuadrados; el Reino castellano-leonés, entre 1225 y 1264, 120.000 kilómetros cuadrados, a los que se añadieron los 30.000 del reino nazarí de Granada, en una larga campaña que culminará en 1492. Supuso para Castilla la prolongación de la empresa reconquistadora, concluida para Portugal en 1238 y para Aragón en 1250.

Se constituía la sociedad cristiana occidental, una de cuyas características más eminentes fue el celo religioso que adquiría forma militar de sometimiento del infiel y dominación soberana del territorio. En el siglo XIII se había perdido la idea de Cruzada. Las monarquías europeas abandonaron la guerra contra el Islam, sólo quedó como preocupación de los reinos de la Península ibérica. En el Oriente de Europa dos Estados musulmanes se hallaban enfrentados: el reino mameluco de Egipto y Siria y el reino otomano de Asia Menor. Los turcos habían cruzado los Dardanelos, en 1537 ocupan Adrianopolis, cercando por completo el Imperio bizantino. Ambos Estados musulmanes fueron conquistados por la caballería de Timur «el Cojo», conocido en España como Tamerlán.

La muerte de Timur abrió una larga lucha entre sus herederos, en la que persistió sobre todo el poder de los otomanos, que dirigieron su potencia contra el Imperio bizantino. Constantinopla cayó en poder de Mohamed II en 1453, de modo que Europa se convirtió en una fortaleza sitiada en la que los Estados orientales defendieron a Europa de las acometidas otomanas. Los turcos se infiltraron y sus acciones agresivas culminaron en 1480, cuando Mohamed II invadió Italia y se apoderó de Otranto, donde estableció un mercado de esclavos cristianos. A mediados del siglo XV los Estados europeos constituían un universo cerrado. La distancia desde Barcelona a Alejandría la cubría un buque mercante en dos meses. De esta situación lo más grave fue la interrupción de la comunicación comercial de las ciudades mediterráneas con el Extremo Oriente.

La Península ibérica centró la tradición marinera y comercial en sus territorios occidentales. La organización de los territorios en razón de su emplazamiento de cara al Océano Atlántico. Castilla y Portugal fueron territorios privilegiados en el expansionismo. El Almirantazgo de Castilla tuvo su residencia en Burgos, orientando los destinos marineros con instituciones en la costa cantábrica, rica en puertos; la Castilla mediterránea y la Castilla propiamente atlántica, desde Ayamonte, en la desembocadura del río Guadiana, a Gibraltar. En Castro Urdiales se había creado la Hermandad de las Marismas (1296), que suponía la unión de los concejos de Santander, Laredo, Castro Urdiales, Vitoria, Bermeo, Guetaria, San Sebastián y Fuenterrabía.

Naturalmente, en las navegaciones –fundación de factorías y pesquerías– surgió una rivalidad, pues los portugueses y los castellanos se expansionaron en África, en cuya costa occidental fundaron los portugueses la factoría de Guinea, protegida por la construcción del Castillo de la Mina. El archipiélago de Canarias era fundamental en el torna-viaje de Guinea a Lisboa, y motivo esencial de conflicto permanente, porque además por ellas en el rumbo occidental pasaba la corriente atlántica del alisio entre las islas de El Hierro y de La Palma, empujando la navegación a vela de las naves hacia Occidente.

Por ello, cuando el rey de Portugal decide casarse con la «Honorable Señora», doña Juana, para defender sus discutidos y negados derechos a heredar la Corona de Castilla, que detentaba la reina Isabel I de Castilla, casada con Fernando el Católico, entrando en una guerra en la que fue derrotado, se benefició de la gestión de la paz que llevaron representantes de los monarcas españoles y del rey de Portugal en Alcaçovas. Se aprovechó para pactar la demarcación oceánica de la expansión: portuguesa al sur de las Canarias, «contra Guiné» al Oriente, mientras «las Canarias fincan para Castilla», y con ello la ruta hacia Occidente.