M. Hernández Sánchez-Barba

Juan Ginés de Sepúlveda

La Razón
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El gran humanista del Renacimiento español nació en Pozoblanco (Córdoba) c. 1490. Fue cronista y confesor del rey Carlos I, emperador V de Alemania, y también de Felipe II, del que había sido preceptor y profesor de latín. Fue el tema central del Congreso Internacional de 1991 con ocasión del quinto centenario de su nacimiento, al que asistieron importantes especialistas. El Congreso destacó dos cosas relevantes a tener en cuenta. En primer lugar, cómo su conexión con los dos grandes monarcas del siglo XVI y su profunda formación humanista le permitieron mantener contacto con las grandes figuras del humanismo europeo, en especial con el cardenal Cayetano y Erasmo de Rotterdam, quien consultó a Sepúlveda sobre una serie de aspectos de sus traducciones del griego al latín del Nuevo Testamento. Erasmo trató de Sepúlveda en la primera edición de su obra «Ciceronianus». Éstos y otros muchos aspectos de la obra de Sepúlveda han sido destacados por el gran latinista, historiador y traductor de la obra de Sepúlveda Ángel Losada, miembro correspondiente de la Academia de la Historia. Sus estudios forjaron una de las más importantes conclusiones del Congreso: el distinto modo de enjuiciar el pensamiento de Juan Ginés de Sepúlveda consistió en la sobrevaloración de cómo se planteaba antes del Congreso.

También destacó éste lo que se había demostrado: la modernidad del pensamiento del español Ángel Losada; las campañas europeas por la unidad de Europa frente al peligro turco; la insistente predicación sobre la renovación de la Iglesia mediante un Concilio; su condena acerca de la virulencia política sobre el «espacio vital», así como el tratamiento del problema de la «objeción de conciencia»; defensa de la ayuda de los pueblos desarrollados a los subdesarrollados, refiriéndose en particular a la ayuda europea a los pueblos indígenas. Como afirma Pedro Sainz Rodríguez, «Sepúlveda plantea ya los problemas más graves de nuestro tiempo». Escribió Sepúlveda un tratado sobre los deberes del Rey titulado «De Regno», que está exigiendo con otros muchos escritos del mismo orden la publicación e investigación en términos universitarios: una colección que daría una perspectiva importante sobre la aportación grande y luminosa de la Monarquía española durante toda la historia.

Como cronista de Carlos I, Sepúlveda escribió una crónica de treinta volúmenes sobre la vida y hechos del emperador, «De rebus gestis Caroli Quinti», seguida de «De rebús Hispanorum gestis ad Novum Orbem». Se estudia desde el Descubrimiento y concluye con el final de la conquista de México en el año 1521, básicamente inspirado en la monumental «Historia» de Fernández de Oviedo. Dividida en siete libros, en el libro III inicia la narración de México, cita comentarios personales de Hernán Cortés. Losada afirma que se entrevistó con Cortés cuando éste viajó por primera vez a España, concluida la conquista. Aquí surge la discusión en el análisis de las fuentes de Sepúlveda para la redacción de «Orbe Novo». Menéndez Pelayo dice que la vocación de Sepúlveda no era la de un historiador y además cuando la escribió «estaba viejo, desmemoriado y flojo». En el análisis historiográfico que llevó a cabo Francisco Esteve Barba, ¿por qué no apuntó la pregunta que enunciaron cuantos historiadores han tratado el problema, que es la razón por la que no incluyó en su «De rebus gestis Caroli Quinti» los hechos acaecidos en América durante el reinado? Una carta de Sepúlveda en 1562 al canónigo de Salamanca Diego Neyla le anunciaba que al concluir los treinta libros de la crónica de Carlos V se ocuparía de escribir «De rebus Hispanorum gestis ad Novum Orbem Mexicumque», que todavía no era el título definitivo. Explica que había seguido los comentarios de los capitanes de la conquista y que una persona conocedora de los hechos, «que supiera latín», ponía en sus manos lo que tenía escrito por si encontraba algún error.

Una vez más, el gran historiador del Derecho Indiano José Manuel Pérez-Prendes corrige las conclusiones realizadas en los criterios jurídicos en relación con la polémica de 1550 con fray Bartolomé de Las Casas en torno a las doctrinas de Aristóteles acerca de la superioridad de los europeos sobre los indios, que, en el caso de Juan Ginés de Sepúlveda, se advierten sesgadas por una contradicción esencial entre los principios aristotélicos y los estoico-cristianos en lo que se refiere si el Derecho natural es sólo patrimonio de los mejores –como define Aristóteles– o de todos los hombres, según afirman «estoicos» y «cristianos», con incidencia sobre la esclavitud o servidumbre. Sin duda, Sepúlveda, inspirado en las «Cartas de Relación» de Hernán Cortés al emperador, como en sus conversaciones durante el viaje de Cortés a España, concluye en la igualdad radical entre indios y españoles, característica en el pensamiento jurídico y político del creador de la Nueva España.