Historia

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La Guerra de Secesión

Afortunadamente todos se dieron cuenta de que la nación estaba rota, que era absolutamente imprescindible la reconstrucción, lo cual abrió una espectacular época de reconstrucción y unidad que culminó en 1898 en la crisis agraria del populismo, en choque abierto con la primera situación progresista de la técnica del Norte

La Razón
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Cuatro años de guerra (1861-1865) entre el Norte (La Unión) y el Sur (La Confederación) están precedidos entre 1815 y 1860 por un fenómeno de inmigración europea: cinco millones de personas, el 55% de origen británico y el 30% alemán. Más de la mitad de estos inmigrantes se establecieron en el norte, en especial en Pennsylvania, Nueva York y Nueva Inglaterra; el 40% en el sur, y produjo un fenómeno de regionalización económica: el Sur, asentamiento del Reino del Algodón, «Cotton King». La exportación, desde los puertos estadounidenses llegó íntegra a Liverpool durante más de sesenta años. Desde 1860 se diversificó muy significativamente: el 60% continúa centrado en Inglaterra, mientras el 25% a Europa continental y el 15% a las regiones norte de Estados Unidos. Esta región meridional de Estados Unidos es una zona agrícola subtropical de plantación. El comercio atlántico europeo hace un territorio de grandes fortunas sureñas de base agraria, si bien de alto comercio esclavista.

El Norte es territorio de Nueva Inglaterra, Nueva York y Pennsylvania, donde se produjo una importante revolución industrial, con un problema básico, la falta de mano de obra, lo que resuelven con la aplicación de la técnica de transformación y la organización empresarial, así como el aprovechamiento maquinista. Subió el número de patentes. Hasta 1830 se presentan 550 patentes que treinta años después ascienden a 2525. En este norte industrial y urbano maduró un movimiento militante antiesclavista, propiciado por el pensador de este período Ralph W. Emerson, una profunda y penetrante creencia en la dignidad del ser humano y una sed de reformas y de derechos humanos, con propuestas de cambios de cuanto supusiese mejoras. El evangelismo fomentó el debate, creando una atmósfera de discusión y disputa entre Norte y Sur, la formalización de compromisos de pugna. De este modo se llegó, en la presidencia de Abraham Lincoln, a la guerra de Secesión. Los enormes ejércitos nordistas, cuando después de la guerra regresan a sus tierras, encontraron unas tierras prósperas, en pleno rendimiento económico, aumento de agricultura e industria con una gran riqueza que tras una rápida desmovilización militar fue absorbida por la sociedad civil.

Por su parte, los confederados volvían a un sur desolado, pues la guerra se había librado especialmente en su suelo, las desoladoras campañas del general Grant, dejaron sus casas destruidas y su patrimonio familiar arruinado. Grandes zonas devastadas sistemáticamente, ciudades, como Richmond, Columbia, Atlanta, semidestruidas por bombardeos, fuego, pillaje y saqueo, la economía regional desplomada, los transportes caóticos y el movimiento emancipador de los negros esclavos conduciendo una profunda convulsión social, con deserciones masivas de las plantaciones, hambres y enfermedades por doquier.

Afortunadamente todos se dieron cuenta de que la nación estaba rota, que era absolutamente imprescindible la reconstrucción, lo cual abrió una espectacular época de reconstrucción y unidad que culminó en 1898 en la crisis agraria del populismo, en choque abierto con la primera situación progresista de la técnica del Norte. La crisis del Sur también coincidió a escala internacional con la crisis de Cuba de la España de la Restauración y del asesinato de Cánovas del Castillo. Así como con el comienzo de la agitación agraria social en Rusia. La guerra hispanonorteamericana de Cuba (1898) supuso la desaparición del dominio español en América y la iniciación del poder mundial norteamericano, sin que se haya llegado historiográficamente a calor en las ideas jurídicas intelectuales propias de los acontecimientos internacionales, centrándose más en un adjetivo: el conflicto insurreccional político que los acontecimientos propios internacionales que son tres: el hundimiento de Portugal y España ante los embates de los ejércitos napoleónicos; la alianza de Godoy con Francia, lo que supuso el corte de las comunicaciones con América; las ideas liberales y constitucionales de Cádiz paralizadas, más bien interrumpidas.

El testimonio más próximo a la independencia es el de Mariano Torrente, autor de la «Historia General de la Revolución Hispanoamericana» (1829), mientras los Estados Unidos confluyen las tres mentalidades revolucionarias del XIX: la filosófico-histórica; el sistema de dominio del gran imperio napoleónico y los resultados de la revolución industrial inglesa, que dio como gran consecuencia en España el largo movimiento de la extinción de señoríos, la extensión de la revolución cultural burguesa y el influjo del pensamiento de J.G. Herder de poderoso influjo sobre los jóvenes, en especial sobre el pensamiento de Goethe y Schiller.