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Os Lusíadas

La Razón
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Escribiendo sobre Luis Vaz de Camôens, insigne portugués, se planteó la condición biográfica como una excelente oportunidad de la coincidencia de la expansión ultramarina oriental de Portugal, en virtud del Tratado de Alcaçovas (1479). La India se ofreció como una perla engarzada en el regazo del Océano Índico. Camôens, en torno a 1550, sabemos que vivía en Lisboa y se alistó para embarcarse a la India. Había participado en la expedición a Ceuta, donde perdió el ojo derecho. De Ceuta regresó a Lisboa, participando en una pelea pública se le castiga con la prisión, de donde sale para embarcarse el 27 de marzo de 1553 rumbo a la India. Entre 1553 y 1555, como soldado entre Malabar y el estrecho de Meca. En la India comienza a trabajar en el poema donde recuerda la «pobreza aborrecida» falto de esperanza. En 1567, tras catorce años en la península gigantesca de Oriente, es enviado a Mozambique, donde vive de limosnas, y regresa a Lisboa.

Recibe del rey una pensión de quince mil reis anuales y continúa escribiendo «Os Lusíadas», rica, colorista y exuberante. Es la obra clásica de los poetas sobre el drama humano de la existencia vivida por el poeta, donde el autor se ciñe a los estados morales bajo tema lírico, en la cual Camôens era pródigo creador con una extensa producción de profundas raíces clásicas. «Os Lusíadas» se publicó en 1570. El tema escogido lo presenta dividido en cuatro partes de diez cantos, de mil ciento dos octavas. Es la historia de los «lusíadas», los descendientes de Luso, es decir, los portugueses, término creado por el humanista André de Resende. La idea que mantiene la unidad del poema es el viaje cumplido hasta el final de la ruta marítima del descubrimiento por la vía oriental. Un viaje como el de los héroes clásicos, a través del cual el autor cuenta su propia historia, que es la del pueblo al que pertenece.

El poema se desarrolla en tres planos, según el crítico literario José A. De Carvalho: el plano de los héroes del viaje de Vasco de Gama; el plano de los héroes de la historia de Portugal; y el de los dioses mitológicos que desempeñan un papel importantísimo. Es, acaso, un intento de separar la realidad del nivel mítico de la época clásica; quizá, por esa razón, se manifiesta a través de una galería de retratos, recuerdos de batallas y esfuerzos de experiencias creadoras para promover, crear y establecer en la Naturaleza los esfuerzos para crear un imperio por parte de un pueblo, aunque como en este caso ocurre pertenezcan sólo a las cosas memorables, porque ya están muertos. El plano animado por el dinamismo psíquico de los portugueses es el de los dioses protectores: Venus y Júpiter o de los dioses antagónicos: Baco, Neptuno. La mitología consigue de este modo contribuir con fuerza peculiar y potente a valorar la unidad e interés de la acción del poema camoniano. Resulta, en todo caso, interesante citar la importante investigación del monje de la Abadía de Montserrat y doctor en Teología por la Universidad de Tubinga, Lluis Duch, «Mito, interpretación y cultura» (Barcelona, 1995), donde se presenta una importante investigación en torno al mito, en sus aspectos histórico-culturales; con la presentación de la teoría de la logomática, del doctor Duch.

Lo que confiere un mayor interés a «Os Lusíadas» es el tratamiento renacentista de los valores estilísticos grabados en la épica del poema: la evocación de la belleza femenina y la estilística en la que se expresa la concepción del mundo con el propósito evidente de que se fijen en la memoria colectiva del pueblo portugués; tal como ocurre, por ejemplo, en la brillante descripción de las batallas, o la impresionante sensación originada en la naturaleza humana, como consecuencia de los fenómenos marítimos; particularmente, las figuras alegóricas, como el gigante Adamastor, o la paradisíaca visión de la isla de los Amores.

Preceden a Camôens, Gil Vicente (1470-1536), con comedias escritas en portugués y en castellano, o en ambas lenguas, que hizo con el primer oro que vino de las Indias la Custodia de Belem, y Sá de Miranda (1495-1558), émulo del español Garcilaso de la Vega, introductor en Castilla del italianismo, y dramas pastoriles. Camôens, de sus viajes a la India, sólo salvó el manuscrito de «Os Lusíadas» y el amor por la bella mulata Luisa Bárbara.

«Os Lusíadas» cantaba en conclusión la grandeza guerrera y espiritual de los portugueses, que se ha considerado como el más bello presente que puede ofrecerse a un pueblo como tal, en su empeño por llegar a la salvación final en el «epos» del destino universal. Camôens murió en el año 1580, fue enterrado sin sudario por su extrema pobreza; lo único que poseía era el ejemplar de «Os Lusíadas», que legó al sacerdote que le administró los sacramentos.